viernes, 27 de marzo de 2015

De qué hablamos cuando hablamos del matrimonio





Al margen de la cuidada composición, marca de la casa, estas dos escenas de Ozu comparten el curioso hecho de tener lugar bajo la advocación de un cuerpo desnudo de mujer, más evidente en el diálogo de Principios de verano, en el que las jóvenes se dividen en dos grupos, solteras contra casadas, en una de las secuencias más divertidas del director japonés, en la que las chicas no paran de hablar del goce a partir de una hilarante anécdota que cuenta una de ellas acerca de su luna de miel. Desde luego ellas parecen mucho más relajadas platicando bajo ese enorme cuadro erótico pastoril que Chisu Ryu y Shin Saburi en Flores de equinocio, de los que podríamos decir que están algo encogidos ante esa plasmación desconcertante (pues no parece el grabado más adecuado en el despacho de un cuadro medio de una empresa japonesa de finales de los 50) de lo que más les preocupa, que es la sexualidad de sus hijas, permanente quebradero de cabeza de los progresivamente venidos a menos padres ozulenses. Y es que la hija de Chisu Ryu se ha fugado con su novio ante la negativa paterna a conceder el permiso para su boda, y a su amigo está a punto de pasarle lo mismo si no espabila.


Ozu manipula un poco el espacio para que tengamos claro qué es lo que preocupa a este padre abatido, pero aquí vemos que no es el único al que le bulle en la cabeza este asunto


Y es que el sexo femenino siempre ha sido motivo de estupor para el hombre (hay que ver el partido que le sacaba Ozu a los pocos elementos escenográficos que utilizaba).

2 comentarios:

Sergio Sánchez dijo...

Luego Fassbinder hizo lo mismo a lo bestia con los gigantescos murales de "Las amargas lágrimas de petra Von Kant"

abbascontadas dijo...

No recuerdo nada de Fassbinder, la verdad, hace como 25 años que no veo nada suyo. A ver si le hecho un vistazo