viernes, 10 de octubre de 2008

Sanse feliz



El último día en San Sebastián, cuando ya habíamos cargado los camiones y vaciado las oficinas, y sólo nos quedaba esperar la hora en que el tren nos devolviera a Madrid, nos fuimos a comer al puerto, prácticamente la primera comida civilizada de todo el Festival. Susana y yo nos cepillamos un mero tan grande como apetitoso, mientras que Mar, que ofrece esta imagen de felicidad por la evidente razón de que está en compañía de alguien tan atractivo y carismático como es el principal rellenapáginas de este blog, se conformó con unos chipirones. A estas alturas casi todo el mundo había huido de la ciudad donostiarra; ellos se lo perdieron.

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