Ayer me vi dos películas que funcionaban a partir de una misma imagen/idea, la de una doncella que origina una espiral apocalíptica de destrucción a partir del momento en que el poder quiere destruir su cuerpo. Hasta los nombres de las heroínas tienen semejanzas fonéticas, Anderson y Antígona. Por otro lado, es improbable que pueda haber mayor distancia entre Dredd (Pete Travis, 2012) y Die Antigone des Sophokles nach der Hölderlinschen Übertragung für die Bühne bearbeitet von Brecht 1948 (Suhrkamp Verlag), (Straub & Huillet, 1991), más conocida entre el pueblo llano como la Antígona de Straub.
Antes de dedicar sendas entradas a cada film, vamos a comentar que Straub & Huillet eligieron para encarnar a Antígona a una mocetona de 25 años, Astrid Ofner, que da la impresión de poder arrancarle la cabeza a Creonte de un sopapo. Si la muy meticulosa pareja de directores eligió a esta chicarrona sus razones tendría. La Ofner (que me cae bien por la sencilla razón de que nació el mismo año que yo, 1966) no ha participado en más películas como actriz (según dice el IMDB), pero tiene una curiosa carrera como cortometrajista de vanguardia, por lo que se averigua en el ese pozo infinito de información que es internet. Los del casting de Dredd sí se han buscado a una chica frágil, Olivia Thirlby, que va con cara de perrito apaleado todo el tiempo, y poco más puedo decir de ella, aparte de que le tiñen el pelo de rubio pero las cejas se las dejan morenas, lo que no le queda mal, dicho sea en su favor.
Nota final: S & H dedicaron Antígona a Marco Müller y a Godard, probablemente las dos personas a las que Boyero ha dirigido más insultos a lo largo de su carrera, lo que hace que ésta sea una de las películas más simpáticas de la historia del cine.
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