Un día después de ver en una copia deficiente Los pájaros en la Filmoteca me quedé enganchado por enésima vez a Río Bravo, que se pasaba en Telemadrid en otra copia que también dejaba bastante que desear. Lo bueno de verlas seguidas es que saltan a la vista curiosas coincidencias en las que de otra manera uno no repararía; aquí el personaje de una mujer que llega a un pueblo del que se va a marchar en seguida y donde acaba quedándose a causa de un hombre. El periplo que siguen Tipi Hedren y Angie Dickinson en las dos historias a partir de esta premisa es completamente diferente, como abismalmente diferentes son los dos películas: la Melanie Daniels de la peli de Hitchcock inicia un viaje imparable hacia la locura mientras que Feathers acaba feliz en los brazos de John Wayne de la mano de un Hawks que es evidente que se lo pasó en grande rodando esta peli, una de las más gozosas de su filmografóa. Rio Bravo siempre se ha considerado un western, aunque la mitad de la peli es una comedia romántica: John Wayne se reparte entre dos espacios y dos géneros, la cárcel donde reina entre sus compañeros con la soltura del héroe del cine clásico y el hotel donde tiembla como un adolescente ante el desafío sexual que la chica le plantea, como debe ocurrir en toda comedia que se precie.
Como se ya se ha comentado por aquí, nada tan peligroso como el deseo femenino; en estas pelis les trae a los chicos ataques de pájaros asesinos o pistoleros bastante más inocuos pero casi tan numerosos; como era de esperar el prota masculino de Hitchcock naufraga en el envite mientras que el de Hawks, tras esforzado periplo, se los quita de en medio con la ayuda de una de las pandillas de friquis más divertidas de la historia, aunque Ricki Nelson resulte inverosímil como joven pistolero (todo lo contrario que Dean Martin, que como borracho resulta de lo más creíble).
Y resulta que Los pájaros, durante la primera media hora (hasta el primer ataque de una gaviota, justo en el momento en que Melanie y Mitch se van a encontrar en el embarcadero de Bodega Bay), es una comedia sofisticada, con ese jugueteo entre los dos protagonistas. Aunque siempre se le echa la culpa a la madre de Mitch de todo lo que pasa (a Hitchcock le basta mostrarla en un contrapicado para que nos demos cuenta de que está loca), hay que recordar que Anne, la profe que se ha quedado en el pueblo para estar cerca de Mitch educando a los hijos que nunca podrá tener con él, también está obsesionada con que el deseo no fluya. Resulta significativo que el primer ataque a los niños (que por cierto parece filmado con un placer bastante sádico) se desencadene justo cuando se nos muestra un plano de Anne y la madre de Mitch mirando (¿acusadoramente?¿inquietantemente?) a Mitch y Melanie volviendo de un paseo a solas.
Se anuncia un remake de Los pájaros, aunque se podría decir que ya se ha hecho: mientras veía la película no podía dejar de pensar en Inland Empire, esa epopeya contemporánea de la psicosis femenina (y es que a veces da la impresión de que Lynch no ha visto otra cosa que Hitchcock). Por su parte, Rio Bravo ha tenido infinitas modulaciones en el cine posterior, empezando por el propio Hawks con Eldorado (que tiene la ventaja de contar con Robert Mitchum).
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