miércoles, 17 de junio de 2009

El cine a dos euros: Eustache, Costa, Straub

Hoy me voy a saltar las brutales restricciones que mis compañeras de blog ejercen en la sombra sobre la longitud de estas entradas, y la voy a escribir larguísima. Su amenaza siempre es que no se las leen si pasan de las veinte líneas, con lo que pierdo el 66% de los lectores, pero a veces es necesario un golpe de autoestima y afirmación, y allá voy.
¿Y qué es eso que tengo que contar que tanto espacio requiere? Pues la verdad es que nada, sólo que he leído que los cines van a poner en marcha una propuesta un poco demencial para llevar a las nuevas generaciones al cine, o algo así; una cosa que han copiado de los franceses, que para el peculiar imaginario de todo el establishment cinematográfico español es un pueblo que ha dado con la fórmula mágica para que la gente vaya a ver películas patrias, e intentan dar con esa poción milagrosa, aunque nunca se les ha ocurrido hacer pelis tan interesantes como las que hacen ellos, si no que andan dando vueltas a sistemas de subvención y cosas como lo del cine a dos euros; que por lo que he leído consiste en que el domingo le dan un "pasaporte" a todo el que se acerque a un cine para que durante tres días vean todo lo que quieran al precio de dos euros la entrada.
Es dudoso que las nuevas generaciones, acostumbradas a ver un flujo infinito de imágenes en el ordenador, se animen a hacerse un maratón de cine por esta razón; y si al final se apuntan probablemente sea para dejar de ir al cine el resto del año. Porque el problema que le veo yo a estas iniciativas es que consiguen vaciar los cines el resto de la semana. Pero bueno, da igual, yo el domingo lo tengo ocupado con un Costa y un Eustache en la Filmoteca, que cuesta dos euros todos los días del año, y tiene una programación incomparablemente superior a lo que nos puedan ofrecer todos los cines del mundo mundial: esta semana, para no irse lejos, nos podemos ver un Straub (Sicilia!), un Bresson (Cuatro noches de un soñador), La maman et la putain, un Rohmer (Cuento de Invierno), un Kaurismaki (Nubes pasajeras), un Malick (El nuevo mundo) y Tras-os-montes. También ponen El piano de la Campion, que a mí no me gusta pero hace bulto en la lista; vamos, donde vamos a ir a parar, comparemos con cualquier cosa que nos ofrezca la cartelera. Cuenta Françoise Lebrun (protagonista de La maman et la putain) en el Cahiers España de este mes que Eustache le dijo que si quería estudiar cine dejara su escuela y se fuera a la Filmoteca, probablemente en la gloriosa época de Langlois (a Erice, uno de los pocos directores que se deja ver por la filmo, le leí algo parecido hace tiempo).
Ayer ponían el capítulo de Cineastas de nuestro tiempo que Costa dedicó a los Straub, a los que graba mientras montan Sicilia! (hay un momento curioso en que Danniell Huillet comenta que los actores no profesionales que eligieron no los conocían de nada, ni a ellos ni a sus películas, porque las pasan en la televisión italiana a la una de la madrugada, cuando ellos duermen; no me imagino a ninguna tele española poniendo un Straub ni a la una ni a ninguna hora, aunque da igual, aquí son los redactores de programas cinematográficos los que no han oído hablar de ellos). ¿Dónde yace tu sonrisa escondida? podría ser el piloto de una sitcom de vanguardia: una mujer está sentada trabajando continuamente mientras el marido no deja de importunarla con sugerencias y comentarios. Straub (que así le llama su mujer tras 50 años de colaboración) aprovecha cualquier plano para soltar una disertación teórica sobre cualquier cosa, la banda sonora, la gestualidad en Chaplin, la relación entre la idea, la forma y la materia (aunque oyéndole habría que escribirlas con mayúsculas), la dicción de los actores no profesionales, el eje del campo/contraplano, el comunismo de Holderlin, Eisestein, Buñuel, los técnicos, el viento; bueno, es imposible que sea así de verdad, porque Danniell lo hubiera asesinado; está claro que es la cámara y la presencia de Pedro Costa (al que alguna vez se le oye en contracampo) los que disparan sus reflexiones, un poco a la manera de Godard.
Straub y Huillet montaban en moviola (imagino que Straub lo sigue haciendo), él comenta lo importante que es trabajar con las manos, aunque la única que toca la película es su mujer, y no parece que fuera a permitir al marido que metiera la zarpa en su reino: no hay imágenes del rodaje, ni siquiera una foto, pero en la sala de montaje sólo hay una reina: las sugerencias de Straub no son tenidas en cuenta, más parecen las frases de una obra de teatro constantemente repetida. Y ahí me imaginé la serie, una mujer que trabaja pacientemente (porque hay que ver lo pacientes, precisos y meticulosos que son en el montaje) mientras su marido no para de dar vueltas a su alrededor y de soltar discursos sobre todo lo divino y humano.
Lo dicho, esta semana (y el resto del año), cine de verdad a dos euros.

6 comentarios:

Daniel Quinn dijo...

Vaya, pues entonces estuvimos ayer en la misma sala!! Y no te vi con lo pequeña que es..., aunque lo cierto es que entré en cuanto abrieron, me senté delante y salí tarde. La peli estupenda, sí, y me sorprendió el humor como también me sorprendió en su día en Juventude...

Mañana tengo pensado hacer doblete: Cuatro noches de un soñador (me gusta mucho el relato de Dostoievsky y bastante la peli de Visconti), para saldar por fin una de mis 3 cuentas pendientes bressonianas, y Numero zero, para seguir con el ciclo Eustache. Ah, y hablando de cineastas en la filmoteca, el sábado pasado estaba David Trueba viendo Le cochon y Une sale histoire.

En fin, promete lo de mañana dentro de este mes espectacular.

Un saludo!

abbascontadas dijo...

Hola, Daniel! Yo tengo un mes complicado laboral y familiarmente, así que con verme Ossos y Mes petites amoreuses me daría con un canto en los dientes.

Igual soy injusto con los directores que no van a la filmo, yo tampoco voy mucho y no conozco la cara de casi ninguno, el martes me di cuenta de que no tenía ni idea de como eran los Straub, de la peli (que podría titularse Un corte es una cuestiín de moral) me quedo con Jean Marie reproduciendo el gag de Tati.

Te has pasado por el Matadero a ver las instalaciones de Costa?

Saludos!

Daniel Quinn dijo...

No!! Aún no me he pasado, pero lo haré una de estas semanas, porque además está donde vivo, a 5 minutos andando de mi casa. Aunque al final eso es un arma de doble filo, porque al poder ir en cualquier momento..., jeje.

Un saludo!

Susana dijo...

Siento interrumpir este animado intercambio de comentarios a propósitos de los Straub y Costa y la filmoteca para hablar de otras cosas.

En primer lugar, es incierto que amenacemos y ejerzamos ninguna presión en la sombra acerca del tamaño de las entradas. Preferimos que sean algo más breves y concisas, pero al final las leemos completas si el tema es interesante. Y para compensar, voy a escribir aquí un post también super largo y extenso.

En segundo lugar, una opinión acerca de esta iniciativa de la fiesta del cine. Es cierto que probablemente el cine de verdad interesante se proyecte en la filmo o en ciclos en lugares alternativos tipo La casa encendida o el Reina Sofía o el Bellas Artes. Pero hay que tener en cuenta que hay otro tipo de público que acude regularmente a salas comerciales y quiere estar al día de los últimos estrenos, y no por eso vamos a despreciarlos. Me parece bien que los exhibidores intenten premiar a sus espectadores, que después de todo les alimentan, con este tipo de iniciativas, o con el descuento del día del espectador, o la famosa subvención para los jubilados... Aunque desde luego lo de este fin de semana no creo que les ayude a captar más público. Sobre todo teniendo en cuenta cómo esta la cartelera... si esta iniciativa fuera en octubre o noviembre, en plena temporada de estrenos, quizás... Lo que yo pediría a los exhibidores es que hicieran distinciones más que regalos de entradas o descuentos pintorescos. La entrada nos cuesta una barbaridad, casi ocho euros, en todos los cines y en todas las salas. Pero hay salas donde la proyección es verdaderamente lamentable, el sonido es pésimo o en ocasiones hay algún problema de foco, o se corre el riesgo de terminar con un problema de cervicales o de lumbalgia si alguien que mida más de diez centímetros más que uno se sienta delante, o se cuelan los sonidos de la calle o de la sala que está al lado. Creo que no se debería pagar lo mismo, en las cines comerciales, por una peli que se estrena en una super sala que por otra que se estrena en el pasillo de atrás que les quedo libre a los multicines cuando hicieron la obra para colar una pequeña salita de siete filas. O por un estreno de verdad que por un reestreno o una película que lleva en la cartelera diez meses y ya sólo se pasa en la sesión de madrugada. Por no hablar de que en todas partes permiten llegar a la gente tarde y no hay manera de que uno proteste o de que le hagan una rebaja o le devuelvan el dinero cuando siente que ha visto una pelicula a medias porque ha tenido que sufrir cualquiera de las anteriores calamidades. Hay veces que uno prefiere comprarse (por no hablar de ilegalidades del tipo "bajarse peliculas de la red") un dvd de nueve euros para verlo en casa. Sale mucho más barato, a poco que lo compartas con alguien, y probablemente el sonido y la calidad de la imagen no desmerecerán en nada de lo que nos ofrecen algunos cines.

abbascontadas dijo...

Pues como bien dices, los exhibidores podrían premiar a su fiel clientela, por poner un ejemplo, proyectando las películas con la ventanilla adecuada, que no hay razones para que todos los actores (y actrces) tengan la cabeza cortada en los planos largos. Aunque resulta razonable lo de la jerarquía de precios (yo llegué a conocer una red bstante activa de cines de reestreno, que desapareció con el vídeo), al final reslta inviable, dado los costes de colocar una copia en salas (y aunque no tengo datos probablemente cueste más, incluso sumado los costes de publicidad, cada copia de Stiil walking o Cuento de Navidad que las de Ángeles y demonios, por citar películas que han funcionado bastante bien) y la enorme inversión que implica abrir una multisala, que llevó hace no mucho a las multinacionales de la proyección a una batalla cruenta contra las multinacionales de la distribución, y que los exhibidores acabaron perdiendo (porque cuando se habla de lo malvadas que son las majors se olvida comentar que los cineplexes que han inundado los centros comerciales de todos los países etán en manos de emporios anónimos económicamente despiadados).
La exhibición tiene los días contados, como dices resulta más cómodo y satisfactorio verse las pelis en casa: la tecnología doméstica avanza una barbaridad, mientras que las guerras en torno a la proyección digital va a hacer que los cines lleguen tarde a esa tecnología. Como ya está ocurriendo, el cine va a proyectrse en museos, filmotecas, fundaciones, festivales, por mucho que les duela a los directores.

Anónimo dijo...
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