Como un viaje en coche desde Granada da para mucho, me puse al día en lo último en el planeta fútbol, lo que quiere decir que leí algo sobre ese peculiar proceso electoral del madridismo organizado para que lo gane Florentino Pérez sin tener que votar siquiera. El constructor Pérez ya fue presidente del Madrid durante un lustro, donde cosechó éxitos inmediatos para ver como la lucha de clases (Zidanes contra Pavones) y las guerras entre los señores de la guerra corrompían sus sueños utópicos de una maquinaria perfecta de ganar títulos y divisas.
Todos los periódicos se han prestado a hacer propaganda de su proyecto, que es más de lo mismo: traerse a las estrellas del balompié, que a día de hoy y desde hace tiempo tienen nombre: Cristiano Ronaldo y Kaká. Acompañados estos de gladiadores de lujo, como Rivery y Villa (que cuentan que no vino antes al Madrid porque Raúl lo vetó).
El problema es que, si hace dos años estos fichajes hubieran sido la bomba, hoy tienen aire de outlet de lujo: lo más cool (y al parecer inalcanzable) del momento es Leo Messi, evidentemente, al que John Carlin ha dedicado un reportaje que probablemente fije para siempre la imagen de idiot savant o bendito del jugador blaugrana. Ronaldo ganará más dinero, hará más anuncios y ligará mucho más, pero hoy por hoy parece que jugará el papel del Salieri condenado a envidiar la gracia (en el sentido teológico) que al elegido argentino le ha sido concedida. Ronaldo pertenece al paradigma beckhamiano, a medio camino entre el buen jugador y la estrella de cine, paradigma enterrado por la timidez del Messi, al que una cámara le parece un instrumento de tortura
Y lo que se dice de los jugadores puede decirse del entrenador. Hoy por hoy todo lo que no sea esa extraña mezcla de carisma cultivado, refinamiento modesto y mirada ligeramente alucinada de Guardiola parece mercancía gastada. Ya se podría traer el presi a Wegner y a Mourinho y a Fergusson y a Capello todos juntos, que a todo el mundo le parecería poca cosa (Javier Marías proponía a Laudrup como única alternativa estética viable al entrenador del Barça)
Total, que Florentino puede llenar el Bernabeu de mercenarios de lujos, y ganará ligas y copas de Europa, pero es difícil que alcance lo que ha conseguido el Barcelona, esas hipérboles acerca del mejor fútbol de la historia (ese cáncer del periodismo, obligado a agrandar todo lo que toca, ya sean gripes o crisis económicas) y encima con gente de la casa, esos majísimos colegas que son Xavi e Iniesta (que encima le dieron la Eurocopa a España), el angelical Messi, al que le debe de parecer marciano que le pregunten si se quiere ir del Barça, el mismo Guardiola, que hasta tuvo su pequeño via crucis por Italia antes de volver como el hijo pródigo y redentor en una sola tacada.
Es probable que el año que viene el Barcelona no gane nada, por eso que decía el creador de los replicantes en Blade Runner acerca de las llamas que brillan el doble y duran la mitad; desde luego no repetirá el triplete, pero a partir de ahora cualquier éxito del fútbol español se comparará con lo conseguido esta temporada.
Todos los periódicos se han prestado a hacer propaganda de su proyecto, que es más de lo mismo: traerse a las estrellas del balompié, que a día de hoy y desde hace tiempo tienen nombre: Cristiano Ronaldo y Kaká. Acompañados estos de gladiadores de lujo, como Rivery y Villa (que cuentan que no vino antes al Madrid porque Raúl lo vetó).
El problema es que, si hace dos años estos fichajes hubieran sido la bomba, hoy tienen aire de outlet de lujo: lo más cool (y al parecer inalcanzable) del momento es Leo Messi, evidentemente, al que John Carlin ha dedicado un reportaje que probablemente fije para siempre la imagen de idiot savant o bendito del jugador blaugrana. Ronaldo ganará más dinero, hará más anuncios y ligará mucho más, pero hoy por hoy parece que jugará el papel del Salieri condenado a envidiar la gracia (en el sentido teológico) que al elegido argentino le ha sido concedida. Ronaldo pertenece al paradigma beckhamiano, a medio camino entre el buen jugador y la estrella de cine, paradigma enterrado por la timidez del Messi, al que una cámara le parece un instrumento de tortura
Y lo que se dice de los jugadores puede decirse del entrenador. Hoy por hoy todo lo que no sea esa extraña mezcla de carisma cultivado, refinamiento modesto y mirada ligeramente alucinada de Guardiola parece mercancía gastada. Ya se podría traer el presi a Wegner y a Mourinho y a Fergusson y a Capello todos juntos, que a todo el mundo le parecería poca cosa (Javier Marías proponía a Laudrup como única alternativa estética viable al entrenador del Barça)
Total, que Florentino puede llenar el Bernabeu de mercenarios de lujos, y ganará ligas y copas de Europa, pero es difícil que alcance lo que ha conseguido el Barcelona, esas hipérboles acerca del mejor fútbol de la historia (ese cáncer del periodismo, obligado a agrandar todo lo que toca, ya sean gripes o crisis económicas) y encima con gente de la casa, esos majísimos colegas que son Xavi e Iniesta (que encima le dieron la Eurocopa a España), el angelical Messi, al que le debe de parecer marciano que le pregunten si se quiere ir del Barça, el mismo Guardiola, que hasta tuvo su pequeño via crucis por Italia antes de volver como el hijo pródigo y redentor en una sola tacada.
Es probable que el año que viene el Barcelona no gane nada, por eso que decía el creador de los replicantes en Blade Runner acerca de las llamas que brillan el doble y duran la mitad; desde luego no repetirá el triplete, pero a partir de ahora cualquier éxito del fútbol español se comparará con lo conseguido esta temporada.
1 comentario:
El gran problema del Madrid (por muchas copas, recopas y titulos ligueros que tenga) es su prepotencia. Así las cosas parecen muy fáciles: pongo un fajo de billetes sobre la mesa y compro lo que haga falta (de esta forma se hacen hasta cortos!!!). Y Flo fué un especialista en esto, con el famoso Madrid de los Galácticos. Está claro que el Barça no va a repetir triplete, igual que la selección española de baloncesto no ganará el siguiente mundial. Además, en el caso del fútbol, el bipartidismo es más llamativo aún que en política, y cada temporada el péndulo se inclina hacia en Barça o hacia el Madrid, con algún tímido apunte ocasional sobre el Bilbao, oyes, o el Depor, el Villareal o el Valencia. O sea, que el año que viene le tocará al Madrid, qué le vamos a hacer (no podré olvidar nunca esa imagen de Raul en la Cibeles acordonada reclamando a gritos la presencia del alcalde para que le dejara subir a la fuente). A lo que voy, que lo que le diferencia del Barça es que el Barça es más que un club. Y se mezclan muchas más cosas. Lo de la cantera no es ninguna tontería. La famosa Masia de la que ahora vemos imágenes con el Pep adolescente es una forma inteligente y coherente de formar jugadores para el futuro. Y lo más importante, de fomentar el "amor" por los colores y por el propio club. ¿Alguien se imagina a Guardiola entrenando a cualquier otro equipo español cuando su fórmula se haya agotado? ¿O a Puyol? ¿O a cualquier otro de los canteranos? Por no hablar de la cantidad de deportes que se fomentan y financian desde dentro (no sólo baloncesto, también hockey hierba y hielo, beisbol, balonmano, balonmano, patinaje, rugby...). Pues eso, es más que un club, y probablemente lo que eso significa en su conjunto (está inevitablemente unido al sentimiento nacionalista catalán) es lo que más les molesta a muchos. A mi, personalmente, me molesta mucho más el pelo repeinao de los directivos del Madrid (¡y ese himno, cielo santo, que sigue hablando de las mozitas madrileñas que van paseando hasta Chamartín!)
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