Nuestra anglófila Susana se va de viaje a Londres uno de estos fines de semana, y siempre recuerda que el pricipal ritual de sus escapadas británicas es hacerse con vituallas (especialmente, aunque no solo, té) en Fortnum & Mason, una tienda donde probablemente no se han enterado de que la Reina Victoria murió hace tiempo y que lo que llamamos Imperio Británico pasó hace muchas décadas a mejor vida, aunque lo más probable es que sea precisamente para que los nostálgicos ingleses se hagan la ilusión de que el mundo sigue funcionando igual que hace 150 años por lo que acuden a sus dependencias.
Me cuenta Susana que Fortnum & Mason fue quién aprovisionó a Scott en su incompetente intento de llegar al Polo Sur, un dato que, como publicidad, no acaba de cuajar: tal vez si Scott hubiera hecho como Admunsen y se hubiera preparado entre los esquimales y no entre pijos victorianos habría tenido posibilidades, si no de llegar el primero, sí al menos de regresar con vida. En cualquier caso esta introducción es mera percha para recordar uno de los libros de aventuras más apasionantes que he leído nunca, y del que supongo que ya he escrito en el blog alguna vez, El último lugar de la tierra, de Roland Huntford, publicado (y ya descatalogado) por Península, que narra tanto las expediciones paralelas de Scott y Admunsen como el ambiente en el que se desarrollaron.
3 comentarios:
Querido Enrique, te veo un tanto envidiosillo, si no no entiendo esos comentarios irónicos sobre Fortnum & Mason. Te informo de que abrieron la tienda por primera vez en 1707 los señores Fortnum y Mason, y era en su origen una especie de lo que nosotros conocemos como tienda de ultramarinos. Debían ser bastante innovadores estos señores además de buenos comerciantes, y según parece fueron proveedores de la reina (Victoria). Supongo que además la tradición de venta de te especialmente seleccionado viene de la época de las colonias. Lo de Scott es una mera anécdota, está claro que cuando él se fué al Polo Sur F&M no era la tienda de delicatesen en lo que se ha convertido ahora. Ahora es el paraíso en la tierra de los amantes del té a la inglesa: la selección de tes es impresionante y deliciosa, y cada caja parece guardar una joya. Por no hablar de las galletas de mantequilla, mermeladas y chocolates. Como buena tienda de delicatesen tiene también una selección de vinos, pates, y vituallas de importación de lo mejor. Pero esa parte da igual, lo más importante, los tés. En las plantas superiores hay ahora otro tipo de objetos, ropa y cosas para la casa, más o menos lujosos pero más vulgares (en el sentido de que son como dos plantas de unos grandes almacenes como los que se pueden encontrar en cualquier ciudad del mundo). También hay una pequeña sala de té donde se sirve el té de las five o'clock. En fin, qué más puedo contar... que está super céntrico, cercar de Picadilly y de una de las librerías más impresionantes que he visto en Europa (en mi escaso conocimiento de Europa, vaya, no voy a ser pretenciosa): Waterstones. O sea, que uno se puede ir a comprar té y galletas, a merendar a las cinco en punto y después a pasar el resto de la tarde en la librería, que tiene una terraza en la última planta con un ventanal desde el que se disfruta de una preciosa vista nocturna del centro de Londres.
Y dicho esto, voy a intentar conseguir una copia de El último lugar de la tierra, y si no lo encuentro le pediré a Carmen Portilla que me haga una de sus especializadas conferencias sobre el tema sólo para mi
Pues cuando yo estuve este verano en F&M lo que me llamó la atención fue un mostrador primorosamente expuesto en el que las delicatessen eran todo tipo de insectos, eso sí, recubiertos de chocolate.
Y con respecto al libro de Huntford, he leído en El País que tiene una ojeriza a Scott rayana en lo personal, y que la familia de este último le ha tenido que poner las peras al cuarto más de una vez. Tengo ganas de leerme el libro y comprobar si la destilación de inquina es cierta o exagerada.
Pues no está! No lo encuentro, está descatalogado y no lo tienen en ninguna de las librerías con fondo que he investigado, ni en Iberlibro, ni en las bibliotecas (sólo hay un ejemplar en los bibliobuses pero me resulta complicada la gestión). Si lo encuentras antes que yo me lo pasas. Mientras, de aperitivo, estoy hojeando la aventura de Shackleton, que tampoco está mal
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