lunes, 23 de abril de 2012

Dos veces Pickpocket



El otro día comentaba con mi compañero Jesús Generelo la enorme influencia de Bresson en sus colegas directores, que a mí me recuerda al cuento de Borges en el que el narrador descubre un atisbo de inesperada belleza entre el lumpen de no sé qué ciudad, e imagina que es el reflejo inconsciente de un refinamiento superior, y supone una fuente original para esa grandeza que se ha ido derramando (y degradando) a través de diversos intermediarios, hasta alcanzar (o descender a) los niveles sociales más bajos. Así, es fácil descubrir motivos bressonianos en los más insospechados productos, y uno nunca sabe si la influencia es directa o ha ido descendiendo desde el original a través de sus infinitos admiradores.

En cualquier caso este finde me he topado con explícitas referencias a Pickpocket en dos películas que pertenecen a la haute culture cinematográfica, muy diferentes entre sí: en Elogio del amor una cartelera nos descubre el más improbable programa doble de la historia de la exhibición cinematográfica, Pickpocket + Matrix, y uno de los personajes que pulula por la pantalla le cita a su acompañante las celebérrimas palabras con las que termina el film de Bresson, lo del largo camino que he tenido que recorrer hasta llegar a ti; si bien el protagonista de Godard, Edgar, polifacético creador al que vemos preparar una cantata dedicada a Simone Weil, estudiar la participación de los católicos en la resistencia francesa durante la segunda guerra mundial y hacer uno de los castings más peculiares de los que tenga noticia para llevar a cabo una película (o novela, o pieza teatral), sobre el amor durante las tres o cuatro etapas de la vida humana, también se toma mucho trabajo, pero de orden diferente, para reencontrarse con la mujer a la que conoció años atrás, y que no quiere saber nada de actuar en su peli, aunque no le haga ascos a darle palique en esas largas conversaciones en los que se habla de todo lo humano y, sobre todo, lo divino; y que tan bien le quedan a nuestro admirado suizo.

L'enfant es, directamente, un remake de Pickpocket, si bien para poner la historia a la orden del día los Dardenne le han extirpado a los protagonistas el 95% de las neuronas que se gastaban en el original francés. No es que ya Bruno sea incapaz de articular una voz en off, es que sería absolutamente impensable que en la escena final le dijera a Sonia no ya una frase tan refinada como la citada, sino que fuera capaz de desarrollar ningún relato sobre lo que le ha ocurrido (ese gesto heroico que le lleva a cumplir su palabra con su cómplice, y que le lleva a prisión), por lo que sólo puede estallar en sollozos. L'enfant vendría a ser una película sobre la gracia, o el milagro, en un mundo que los ha hecho imposibles, o al menos, impensables. 

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