sábado, 1 de junio de 2013

La ciudad de los delirios que se bifurcan



El personaje que abre Slacker y enuncia el primero de los demenciales monólogos que articulan la película está interpretado por el propio Linklater, que de buenas a primeras le suelta a un taxista inmutable (imaginamos que habituado al tipo de locura que aparentemente se extiende por Austin, retratada aquí como una de las ciudades más feas de la historia del cine) una teoría sobre los universos paralelos y la relación entre los sueños y la realidad, teoría a la que el director se ha mantenido bastante fiel a lo largo de su carrera, si bien el tono festivo que en Slacker tienen los delirios de sus personajes (es difícil decidir si seguimos a distintos protagonistas con variadas formas de psicosis, o nos damos un paseo por las paranoias massmediáticas contemporáneas alojadas en distintas encarnaciones) se bifurcará en su díptico animado, que incluye el lado siniestro de la locura (Scanner darkly) y la apología mística de la irracionalidad como vía de conocimiento (Waking life), sin olvidar que la trilogía "hegeliana" de la pareja Hawke/Delpy parece definir el amor como el arte de aguantar las mitomanías del otro. 

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