viernes, 12 de diciembre de 2014

Relatos de adolescentes



Esta semana me he visto Rio Grande, Institute Benjamenta y Mommy, que tienen en común el contar en el centro del relato con un adolescente. En las dos primeras el chaval entra en una institución (la caballería en el film de Ford, el Instituto Benjamenta para la formación de sirvientes en el de los Hermanos Quay) para recibir de la figura paterna la siguiente advertencia:

- No esperes ningún trato privilegiado,



si bien el aviso funciona en ambos casos de manera opuesta: si para el soldado Jeff Yorke significa que se ha acabado el tiempo del espacio narcisista maternal y que tiene que entrar en el campo de la Ley paterna "objetiva", para Jakob von Gunten la extraña admonición del Señor Benjamenta (que acaba funcionando como su opuesto, el inicio de una axfisiante proximidad incestuosa) marca la entrada en un mundo habitado por la locura, de la misma manera que los extravagantes ejercicios del Instituto no parecen tener ningún fin en sí mismos más allá de perpetuar el no-tiempo en el que da la impresión que flota esa institución, al contrario que la disciplina castrense, llamada a hacer frente (en el universo fordiano) a los devastadores ataques de la pulsión (o sea, los indios).



En Mommy, por descontado, no hay padre (ni en ninguna peli de Dolan, que yo recuerde), y los embates pulsionales del chaval no tienen mecanismos de sublimación, con esa madre descerebrada que no puede encarnar ley alguna y que oscila entre el insulto y la seducción. Steve parece superar el impasse con una especie de emanación de la presencia materna que podría representar una figura capaz de establecer esa distancia que su madre no puese mantener, pero Kyla acaba siendo arrastrada al círculo de locura materna; significativamente su marido nunca atraviesa la calle que le separa de la pareja incestuosa.

Las tres películas muestran ese espacio primigenio en la que el sujeto está fundido con la imago materna; sólo en Ford se podrá salir merced a la intervención del padre (a costa, por cierto, de un gran sacrificio: también el padre tendrá que renunciar a su narcisismo para ejercer de tal: a la postre serán el hijo y la madre las que sostengan su posición en la extraordinaria secuencia del regreso al fuerte).

4 comentarios:

Sergio Sánchez dijo...

Precisamente esta misma semana comentaba en algún foro que se echaba de menos que abbascontadas comentara la escena de "Interstellar" cuando el padre le exclama alborozado a su hija "¡cuando vuelva tendremos la misma edad!". La escena se comenta sola, claro, pero si en el análisis sale la expresión "goce femenino" hemos redondeado la jugada.

abbascontadas dijo...

Hola, Sergio,
no he visto Interstellar y, la verdad, creo que me la voy a ahorrar después de la experiencia que fue verme Inception (que tiene la ventaja de que puedes hacer la comida o irte a tomar un café y volver sabiendo que no te has erdido nada interesante)
He leído esa historia de facebook y como has violado brutalmente sus códigos éticos; hace siglos que no entro en FB, pero obviamente estoy deseando colgar algunos cuerpos despelotados a ver qué pasa.
Por cierto, que iba a escribir un comentario de como Río Grande anticipa toda la obra posterior de Ford, y ya he visto que lo has hecho tú.
Y escribiré sobre Jauja, que debe de ser como Interstellar pero en la Patagonia.

Un saludo

Sergio Sánchez dijo...

También coincidíamos en cómo "Rio Rojo" anticipaba todo el Ford de los 50. Los ríos son incontrovertibles.

abbascontadas dijo...

Todos los ríos van a dar a la mar, que es la obra de Ford de los 50 (y 60)