martes, 3 de marzo de 2015

La tarea de la abadesa


   

   
   Tal vez como anticipo de los fastos por los 50 años de Sonrisas y lágrimas la Academia de Hollywood (y unas cuantas más) ha otorgado el premio a la mejor película en idioma incomprensible a Ida, que también tiene de protagonista a una novicia a la que la abadesa manda al exterior a que se airee un poco antes de tomar los votos. La principal diferencia, aparte del hecho de que Salzburgo a finales de los 30 viviera en color y en formato panorámico y la Polonia de los 60 tuviera que lidiar con el blanco y negro y el 1'33, es que en un caso la destinadora simbólica confronta a su heroína con su origen (Ida) y en el otro con su deseo (Sonrisas y lágrimas), los dos trayectos emblemáticos a partir de los cuales se construye el sujeto si éste tiene suerte y no cae en una película contemporánea, en cuyo caso lo más probable es que el protagonista se vea abocado a un proceso de aniquilación en un universo arrasado (que, efectivamente, es lo que le ocurre a Anna).  


4 comentarios:

´´ dijo...

Me pongo nervioso con los musicales. He visto entero en cine y teatro mamma mia y en teatro cats. El porno es más verosímil que un musical. ¿Entra el lampista y la Milf se pone a cantar ? No cuela.

abbascontadas dijo...

Eres la última persona de la que hubiera pensado que no le gustaban las pelis musicales. La verdad es que a mí también me había echado para atrás siempre su artificiosidad, pero me estoy haciendo adicto en los últimos tiempos.

Sergio Sánchez dijo...

jajaja, muy bueno lo del porno. El musical es algo que no cuela en España pero que los yankis tienen interiorizadísimo, representan en el instituto, etc. Yo me reconozco fan, incluso (vista con el debido sentido del humor también) la denostadísima "Sonrisas y lágrimas" me parece una película estupenda.

abbascontadas dijo...

Empiezan a importarse esas sesiones participativas en que los adeptos van disfrazados y cantan las canciones, pero debemos todavía de estar a años luz de lo de EEUU, los que han asistido a alguna sesión de ese tipo de Grease o The rocky horror picture showcuentan que es de no creérselo.
Diego Galán contaba en su libro sobre el Festival de San Sebastián el triste desconcierto de Robert Wise en el pase donostiarra de Sonrisas y lágrimas por el pitorreo del público.