viernes, 14 de agosto de 2015

Octubre en verano



   Me he encontrado con un par de curiosas referencias a Octubre este verano, la más evidente (e irritante) en Inside out, para mí la gran decepción del año, que no entiendo la ola que desde todas las instancias críticas se le ha hecho. Y que el desmoronamiento del imaginario familiar que en forma de escultura estalinista tenía la chiquilla protagonista remita al descalabro de la estatua del zar sólo empeora las cosas, una cita pedante para hacer cosquillas al público adulto cultivado.



   Caso opuesto es el de The long gray line, película descomunal, extraordinaria, magistral, que cualquier epíteto ditirámbico se queda corto para alabar las innúmeras virtudes de una obra realizada en la época de plenitud creativa del primus inter pares de los escasos directores que habitan el olimpo. Aquí ni hay cita ni referencia, que Ford claramente fusila (sin ganas de que se note) el momento en que Eisenstein cañonea el Palacio de Invierno (para obtener como respuesta un leve tintineo de las lámparas de cristal) a la hora de mostrar la alegría por el fin de la primera guerra mundial, aunque aquí los cañonazos encuentran eco no en la casa/templo de la madre primordial sino en la iglesia (y por lo tanto espacio de la palabra patriarcal) de West Point.




2 comentarios:

Sergio Sánchez dijo...

Se produce un fenómeno muy curioso. Las unanimidades, cuando parecen inquebrantables, se dan siempre en los primeros 7-10 días y los escepticismos y malas críticas sólo aparecen más tarde. Con lo que uno concluye que el entusiasmo cinéfilo es de una naturaleza profundamente gregaria.

Yo me tragué sin pestañear "Inside out", bueno, como me había tragado "Brave", aunque no se me olviden y aún me río tus conexiones con Kafka.

"Cuna de héroes" sólo le he visto una vez hace casi 20 años pero el recuerdo de haber visto una obra maestra como una catedral sigue inmaculado.

abbascontadas dijo...

Supongo que si no hubiera esperado tantísimo de ella no me hubiera sentido tan desilusionado, pero en ningún momento me sentí concernido por esos personajes que parecían un cruce de las alegorías medievales y Érase una vez el cuerpo humano, al margen de los aires que se da con esas aparatosas ilustraciones de un cognitivismo de andar por casa, o ese inconsciente racismo que debe de llevar a pensar a los estadounidenses que las mujeres de clase media de su país realmente puedan tener acceso a un piloto de carreras brasileño (¿te imaginas una peli en la que una profesora de un instituto brasileño tuviera planeadas unas vacaciones con un jugador de la NBA?).

Lo del gregarismo es parte fundamental de la naturaleza humana, y lo más seguro es que sea un mecanismo fundamental, así que que se manifieste en algo tan inofensivo como la cinefilia, donde a lo más que puede llevar es a tragarte pestiños por confiado, no es grave.

Lo de Ford es una pasada, y eso que según he leído por ahí Cuna de héroes está lejos de ser una de sus películas más estimadas (aunque viéndola estaba seguro de que debía de ser peli de cabecera de Oliveira).