martes, 29 de septiembre de 2009
Más protagonitas de Sanse
El último día de los Encuentros Zabaltegui Juan Zavala tenía a un chino y a Terry Gilliam en el club del Victoria Eugenia, por lo que Alberto y yo comentamos que el chino, probablemente director de su primera película, se sentiría cohibido. Salí a hacer una llamada y a la vuelta Alberto me contó que el chino "novato" era Johnnie To. Total, broche de lujo para los encuentros y foto de despedida, y a esperar que el año que viene podamos repetir los mismos.
RNE se llewvó su camión un día para hacer al lado de la playa varios programas sobre el Festival. Aquí se ve a Ana Belén, feliz de contar que Oceanworld es un rollo, como todos los documentales de bichos.
Jesús Generelo probablemente le estaba preguntando al espejito mágico de nuestros días (o sea, el portátil) si sería suficiente con hablar de 895 películas españolas, argentinas, colombianas, chilenas y uruguayas para cubrir el espectro del cine hablado en español para Versión española. O a lo mejor se interrogaba por la razón por la que en el mundo existen psicópatas, asesinos, camareros maleducados y cámaras de TVE.
Madres en Sanse
lunes, 28 de septiembre de 2009
Les anges exterminateurs
La otra mirada (embelesada)
Abbas a la playa
Al final la china ganó y Pablo Pineda, el chaval con síndrome de Down que sale en Yo, también, se llevó el de interpretación masculina en una decisión discutible que fue abucheada. Alberto siempre dice que le parece absurdo que los premios de interpretación recaigan en niños porque no hacen una labor propiamente interpretativa, y lo mismo se puede decir de disminuidos psíquicos; en cualquier caso los méritos recaen en el director de los actores. Argumento irrebatible que subscribo citando la fuente. El secreto de sus ojos, película que gustó mucho y ha salido bastante reforzada del certamen y contaba como favorita, se ha ido sin nada pero con una ola de opinión muy a su favor. La verdad es que no me imaginaba al plantel de competentes directores que estaba en el jurado premiando una peli con tantas debilidades de puesta en escena. Rebollo se llevó varias cosas aunque la peli no ha gustado nada a la crítica española, aunque tiene muchas fans foráneos, tal vez porque no tengan prejuicios sobre Carmen Machi y no sepan lo que es Lavapiés. Poco más, la Seción oficial ha sido floja y los premios no tenían demasiado interés, hasta Blessed cazó algo por guión, Ozon fue aplaudido discretamente y City of Life and Death se llevó la mayor ovación de la tarde, aunque alguno la definía como un publirreportaje nacionalista del gobierno chino.
Mujeres en sanse
Inma posa con actitud de paciencia infinita mientras al otro lado de la pared Alberto entrevista a Terry Gilliam. Mi mujer también se lo ha pasado muy bien en su visita al festival, aunque le parece increíble que nadie aguante el ritmo festivalero durante casi dos semanas.
Aunque parezca inverosímil Ainhoa (la responsable de producción de informativos que ha venido de Bilbao para aguantar a José Fernández y Carlos del Amor) luce esta esplendorosa sonrisa el último día del Festival. También ha sido su primer año y ha tenido que trabajar sin ayuda de los informativos madrileños, si bien hay que reconocer que los redactores que le han tocado en suerte son unas máquinas y bastante autosuficientes. Total, otra chica que ha disfrutado con la experiencia, aunque no ha podido verse ninguna película (la sacaron del pase de Blessed a las nueve y media de la mañana a base de peticiones sin fin, eso que ganó) y ha debido hacer jornadas de 15 horas. Pero reconoce que volvería el año que viene (como casi todo el mundo)
Vuelta de Sanse
miércoles, 23 de septiembre de 2009
Pulsiones en Donostia
El señor que posa con cara de circunstancias al lado de mi sonriente persona es nada más y nada menos que Bruno Dumont, del que Yolanda dice que es muy atractivo y que tiene unos ojos preciosos, y yo que ha traído la mejor película del festival. Alberto le hizo la entrevista y me dejó hacerle un par de preguntas, que giraban en torno a los temas de los que hablaba en la entrada del blog.
Es tradición del equipo de producción en el Festival de San Sebastián el verse una película juntos; la elegida este año ha sido Get low. Una tradición secundaria dice que nos quedamos fritos viéndola, pero a mis compañeras les gustó y el único que aprovecho la oportunidad para la siesta fui yo. Lo que veía cuando abría los ojos no me animaba a despertarme, pero como mis compañeras son relativamente novatas en los festivales de cine no saben que el sueño de un cinéfilo en una sala es sagrado, y que si uno se duerme es para no ver el rollo que están pasando. Aquí nos desayunamos con las delirantes críticas de Boyero para alegrarnos el día, pero tengo que reconocer que la de este ladrillo es perfectamente compartible.
Aquí un par de redactores de informativos. Esta mañana me he encontrado a Ainhoa en el hall del Victoria Eugenia, donde proyectaban Blessed, ella porque la estaban llamando y yo porque la peli era insoportable, el típico cruce entre el universo arrasado de los adolescentes de Larry Clark y la incompetencia visual de muchos directores que vienen del campo de la publicidad.
Esta hermosísima mujer que me mira embelesada es Mónica, legendaria jefa de prensa de Alta que hoy se dedica al lucrativo negocio de promocionar desde el festival de Las Palmas a Brillante Mendoza, Apichatpong Weerasethakul o Jia Zhang Ké, directores todos ellos que rompen las taquillas de nuestro país. Hoy nos hemos acercado a saludarla al salón donde presentaban el festival y Mercedes, gran fan de Svenmaker, ha decidido que el año que viene tenemos que ir a cubrirlo sí o sí.
martes, 22 de septiembre de 2009
Hadewij
lunes, 21 de septiembre de 2009
Sólo cine
He visto dos películas que giran en torno a la maternidad, Le refuge, de François Ozon, y Family strip, de Lluis Miñarro. La primera transcurre en los mundos de Yupi, aunque según los títulos de crédito aquello es el País Vasco francés: una embarazada (ex)yonqui se pasa su embarazo en una casa de turismo rural rodeada de los paisajes más hermosos que uno se pueda imaginar y bajo el cuidado de su cuñado gay/guay, que por supuesto es el mejor padre para el niño. Aparte de parecer una campaña de publicidad de Zerolo, Le refuge demuestra que a Ozon se le da mejor (o pone más ganas en) rodar los cuerpos masculinos que los femeninos.
Este año han prohibido sacar fotos y grabar imágenes desde el hall del hotel María Cristina, uno de los infinitos palacetes que hay en esta ciudad y el hotel de lujo de la villa. A mí me costó una regañina (suave) captar el sublime momento en que Jarmusch hacá acto de presencia para presentar Los límites del control, película que como todo el mundo sabe ha rodado en España.
Así de encantado posa el oso de la mano de Belén; la foto la tomé mientras Mercedes entraba a comprar algo. Poco más se puede añadir.
Mercedes muy feliz porque tiene un ordenador a mano, y al fondo Alberto, en nuestro despacho subterráneo de producción, donde pasamos las horas sin que nos demos cuenta.
domingo, 20 de septiembre de 2009
Más Sanse
Juan Zabala entrevistando al equipo de Norteado en el primer encuentro Zabaltegui del Festival. La foto no está desenfocada, es que es artística. A Alberto le ha gustado este film mexicano que ganó el premio En construcción el año pasado.
Dos de las personas claves de este Festival: las encargadas de repartir los clips para las televisiones. Por motivos ignotos tal vez crean que soy alguien importante y me guardan las novedades, aunque es posible que todo sea simplemente fruto de mi magnetismo personal.
Para luego una semblanza de Le refuge, la última trivialidad decorativa del decorativo Ozon, y más anécotas del festival.
viernes, 18 de septiembre de 2009
Egoyam sin imágenes
miércoles, 16 de septiembre de 2009
Primer(os) día(s) en Sanse
Vista desde mi habitación, con Inma en la balaustrada. Este día hacía bueno.
viernes, 11 de septiembre de 2009
Ian McKellen
Los paraguas de Cherburgo
Valga como ejemplo la despedida en la estación: en un sólo plano la cámara acompaña a los protagonistas, él se sube a su vagón, rumbo al acuartelamiento de su regimiento, con el que partirá a una Argelia en ese momento en plena ebullición independentista. El tren se pone en marcha y la cámara con él, la figura de Genevieve se va haciendo cada vez más pequeña, al final el tren también sale de campo y lo que queda es un gran espacio gris y desolado.
Los paraguas de Cherburgo es una de las grandes películas que se han hecho sobre el primer amor, ese momento en que uno cree recuperar el esplendor imaginario de la imposible imago primordial, y cuyo desmoronamiento deja ese espacio arrasado de la pérdida y separación. Los dos protagonistas deben conformarse con una pálida copia de su objeto de deseo, si bien Demy tiene cuidado en elegir a sendas parejas más que presentables (el hombre acaudalado que no duda en convertirse en el padre de un niño que no es suyo, la joven que cuida infatigablemente de la madre/tía del protagonista mientras éste está en Argelia; al fin y al cabo las parejas "elegidas" desde el principio por las respectivas madres -ya que aquí no hay padres para los protagonistas-).
Sabemos por el psicoanálisis y por Hitchcock que el espacio del objeto absoluto es inhabitable y aniquilador para el sujeto, pero que su pérdida deja un vacío que nunca vuelve a ser ocupado plenamente por otra persona ( lo más parecido a esa plenitud es, precisamente, la fascinación del primer amor, antes del encuentro sexual, que también aparece en la película). La vida "adulta" se desarrolla en ese mundo vacío en el que uno acepta la limitación del otro, una de las razones por las que tenemos a menudo esa sensación de vivir "exiliados". En este sentido podemos considerar que Los paraguas de Cherburgo tiene un tristísimo final feliz: la vida es así, y tenemos suerte de que demy lo cuente de manera tan hermosa.
jueves, 10 de septiembre de 2009
La inevitable levedad de la transgresión
Me fui al Instituto Francés con la esperanza de encontrar ese diario, pero lo que me encontré fue la película y el Journal escrito por Cocteau bajo la ocupación. La Bella y La Bestia me la vi anoche, y resultó ser lo que recordaba, una adaptación bastante fiel del cuento de Madame de Leprince Beaumont con una escenografía desmelenada, nunca mejor dicho. Las escenas de Bestia y Bella son estupendas, con ese gatazo que encarna el paso de la pulsión al deseo articulado, las escenas de la familia tienen un tono cómico que le van bien a la historia, y la metamorfosis final del bicho en príncipe es un desastre absoluto, y Cocteau debía de ser consciente de ello.
miércoles, 9 de septiembre de 2009
La utopía según Rivette
martes, 8 de septiembre de 2009
400 entradas
Santa Teresa, Las moradas
Para conmemorar el feliz evento de haber alcanzado tan altísimo número de entradas, lo que da prueba de la perseverancia del equipo redactor, con el carismático Abbas a la cabeza (o sea, yo), y también para celebrar el cumpleaños de Mercedes, que es hoy (que es como decir que como el Pisuerga pasa por Valladolid), vamos a comenzar la serie de artículos que dedicaremos al Festival de San Sebastián, pensados específicamente para solaz y envidia de Susana, que en su recién estrenado papel de feliz y posesiva mamá se perderá este año el certamen donostiarra, cuya principal característica es, tal vez, el tener la sección oficial más aburrida que recuerdan los tiempos, con un Dumont que se les ha debido de colar por error.
Lo primero que contamos es que Brad Pitt, aunque se paseará por la alfombra roja el día de inauguración con la excusa del pase de la formidable Inglorius bastards, ha declinado gentilmente el inmenso honor de recibir un Donostia, con lo que a día de hoy no sabemos todavía a quién le ha caído tan peculiar galardón.
Para compensar, nada más y nada menos que Leonor Silveira (que como todo el mundo sabe es la actriz más hermosa del planeta) formará parte del jurado, con lo que tendré la oportunidad de encontrármela por el María Cristina (también Gasset anda de jurado en Zabaltegui)
Con las rebajas de última hora por Días de cine sólo va Alberto Bermejo, y por Versión española Jesús Generelo; mejor pocos y bien avenidos, a la espera de ver que pasa con Cayetana.
viernes, 4 de septiembre de 2009
La raza feliz
Buenos temas y malas películas
Como no he visto más cosas del Campanella desconozco si las limitaciones de la película son achacables al director o a la producción, que tritura el material para conformar una pulpa exportable internacionalmente, pero en ella se apunta una historia muy interesante, la de la obsesión del funcionario (interpretado por Darín con la gorra) no tanto con el caso que le ocupa, una mujer violada y asesinada por un mamporrero de la extrema derecha, como con la obsesión "en espejo" del marido, una especie de fijación en segundo grado, hasta el punto de que el funcionario le "exige" al marido que esté a la altura de la fascinación que le provoca su actitud, la no-vida en que se sitúa desde el momento del asesinato de su mujer. Para Darín esa actitud es una cifra de una intensidad que él es incapaz de vivir, pero que necesita ver encarnada en el otro (por lo que sus relaciones son algo tirantes, pues el marido no tiene ganas de compartir su experiencia con una especie de mirón). La cosa no se desarrolla demasiado, pero apunta a esa necesidad que tenemos de que otro crea (o sienta) por nosotros, occidentales desencantados para los que cualquier experiencia del orden de la verdad es una estafa (no hay más que ver lo que nos fascinan los musulmanes suicidas y los crímenes pasionales, ahora llamados violencia de género).
Luego me vi El castillo de Dragonwick, que es un desbarajuste de guión, con el protagonista saltando de aristócrata obsesionado por su status y ancestros a drogadicto protonietzscheano, y con personajes claves que desaparecen sin mayor explicación. La primera película de Mankiewicz es un melodrama gótico acerca de una sencilla joven de pueblo que acaba en la mansión de su misterioso y atormentado (y rico) primo, del que se enamora románticamente y del que es la última en enterarse de que no es trigo limpio. Realizada el mismo año que Rebeca, no aguanta comparación con ésta salvo por el hecho de que aquí la joven sí tiene familia, que resulta estar presidida por un fundamentalista puritano. Lo que resulta curioso es que, en esta película, la radicalidad política viene de la mano de un compromiso religioso extremo: el padre es un fanático de la igualdad, mientras que el aristócrata es abiertamente ateo e individualista. El "bueno" de Dragonwick resulta ser el médico rojo que consigue movilizar socialmente a los explotados granjeros que no pueden poseer las tierras que labran desde siempre. Eran los principios de los cuarenta, no muchos años después un guión como éste hubiera resultado más que sospechoso.
miércoles, 2 de septiembre de 2009
Enemigos públicos
A mí la película de Michael Mann me ha dejado algo frío (una sensación generalizada, por lo que he escuchado, aunque también conozco a espectadores fiables a quienes ha encantado); mi impresión es que el director se fuerza a emplear una retórica de reportaje e inmediatez, favorecida por la grabación en digital, para seguir manteniéndose dentro del paradigma "romántico", que es el que le gusta al director.
Así que voy a comentar una secuencia que me gustó especialmente, aquella en que Dillinger, en el momento en que ya está muy acosado, con casi todos sus colaboradores muertos, entra en el despacho del equipo que el FBI ha dedicado especialmente a su captura. La escena tiene un aire onírico, pues entra sin oposición y se encuentra todo el espacio vacío (hasta ese momento el despacho se había mostrado repleto de agresivos agentes), por lo que se puede pasear sin problemas (luego se justifica este vacío mediante un partido de béisbol que todos los policías escuchan en una radio). En un momento dado llega a un panel en el que figuran las fotos de todos sus amigos "eliminados"; al final de la fila se encuentra la suya. En ese momento Dillinger se encuentra con su propia mirada, una mirada que no va dirigida a él, obviamente, si no a su enemigo. Es un momento epifánico, una especie de alienación sublime en que Dillinger se ve a sí mismo a través de los ojos de su doble/opuesto, Purvis, el agente encargado de apresarle/ejecutarle (el otro día me vi en casa Tambores lejanos, en la que aparece una escena de estructura similar: cuando los soldados que han atacado un fuerte se retiran a través de los pantanos perseguidos por los semínolas, se ven obligados a atravesar el espacio simbólico central de sus enemigos, en este caso el cementerio de la tribu india).
Mann no se puede resistir a hacer un comentario sobre la actualidad, por lo que puntea la narración de los atracos y el acoso a la banda con la descripción de la progresiva degradación de la Ley: la violencia de los dos bandos es indistinta, los agentes del FBI se entregan a ejecuciones extrajudiciales, practican la tortura, etc. Hoover consigue montar un imperio mediante la manipulación y el temor, cuanto más débil es la amenaza real de Dillinger más se exacerba su dimensión diabólica.
Curiosamente, Mann deja para el final una escena que podríamos definir como el grado cero de la lealtad: si a veces es difícil situarse espacialmente en las escenas de acción y saber quien dispara a quien, la película se cierra con un impecable diálogo en plano/contraplano en el que uno de los agentes que abatió a Dillinger va a una cárcel a contarle a la novia del gánster, de manera discreta y privada, las últimas palabras que le dedicó antes de morir.