Como es bien sabido, esta foto que el mundo entero identifica con los sucesos de la Plaza de Tiananmen del año 89 no existe en el espacio público chino. En Weile Wangque de Jinian, que es el documental que se proyectó el viernes en el Reina Sofía en el marco de los Rencontres, Lui Wei se pasea con esta imagen por las calles de Pequín y va preguntando a diferentes viandantes si saben lo que representa. La mayoría son tan jóvenes que no pudieron vivir las revueltas, o recordarlas. Sin embargo, es obvio que todos saben qué son esos tanques, pero optan por contestar que no tienen ni idea (algún encuestado más adulto huye despavorido), justificados por la censura oficial sobre aquellos acontecimientos y sus imágenes (en un bucje perverso: para las autoridades las revueltas no existieron, aunque fueron fruto de elementos antisociales). La respuesta más sofisticadamente retorcida la da un hombre que se acerca todo lo que puede a una denominación: comenta que los tanques son de fabricación posterior a los 80, y que en ese período China no ha conocido ninguna guerra (y por lo tanto esa imagen no puede existir, aunque todos sabemos que existe y lo que nombra, un conflicto interno inasumible por el establishment chino).
El documental pone en escena la intervención política más básica (sin la cual cualquier otro acto de intervención es imposible), sacar a la luz pública, y por lo tanto convertir en objeto de debate, aquello que el poder mantiene encerrado en arcanos para iniciados.
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