viernes, 3 de abril de 2015

Lo místico y lo siniestro



   "Vi que ya no había ninguna diferencia entre lo que mi padre había sido y la mesa sobre la que yacía, el suelo sobre el que ésta descansaba, el enchufe de la pared debajo de la ventana, o el cable que iba al aplique de al lado. Porque los seres humanos no son más que una forma entre otras formas, expresadas una y otra vez por el mundo, no sólo en lo que vive, sino también en lo que no vive, dibujado en arena, piedra y agua. Y la muerte, que yo siempre había considerado la magnitud más importante de la vida, oscura, atrayente, no era más que una tubería que revienta, una rama que se rompe con el viento, una chaqueta que cae de la percha al suelo."

Así se cierra el primer tomo de uno de los best-sellers más inverosímiles de lo que llevamos de década, la autobiografía en seis tochazos de un escritor noruego al que no parece que le haya pasado nada especial y que es relativamente joven, Karl Ove Knausgaard, y que ha conseguido vender cientos de miles de ejemplares en todo el mundo. En España Anagrama lleva publicados los dos primeros, La muerte del padre y Un hombre enamorado.

4 comentarios:

Sergio Sánchez dijo...

Tras leer lo que escribiste sobre "David Copperfield", con lo que estoy muy específicamente de acuerdo, paso a ir recogiendo también recomendaciones literarias. Para tiempos inmediatos "Salambó" y "La dama de blanco". Vamos, que no es que necesitara que alguien me dijera que son muy buenas, pero es que cribar y elegir entre todo lo escrito es más difícil que entre todo lo rodado.

abbascontadas dijo...

Pues diré como Borges, que ya con eso siento justificada la existencia del blog. Pero la verdad es que no me acuerdo para nada de haber escrito sobre David C., que audaz se vuelve uno...

Sergio Sánchez dijo...

Sí, y además escribiste lo mismo que he pensado y sostenido varias veces ante mis incrédulos oyentes, el misterio que dices tú, y la necesidad de esas páginas "de relleno" de los tochazos clásicos, que engrandecen los libros y los hacen más inolvidables que esas obras que van siempre al grano y se diluyen como un azucarillo.

abbascontadas dijo...

Me releído la entrada. Estoy de acuerdo contigo y con Abbas...porque no recordaba para nada haber escrito eso, es como si lo hubiera hecho otro.

La verdad es que dejé el blog porque cada vez escribía peor, pero he descubierto que es saludable descargar las ideas en el papel (o en la red) y que vivan ahí, y no en la cabeza.