sábado, 12 de diciembre de 2009

Programa doble de los 70

Cockfighter (Monte Hellman, 1974) y Suspiria (Dario Argento, 1977) tienen varias cosas en común: están rodadas en los 70, la fotografía es en color y me las vi ayer por primera vez. No se me ocurre nada más, y supongo que esta entrada es la segunda y última vez que aparecerán juntas en un papel (electrónico), tras compartir espacio en el folleto de la programación de la Filmoteca.



A pesar del rollito erótico del cartel Suspiria sorprende por lo casta que es; en el año 77 una peli española ambientada en una academia de danza para señoritas nos las hubiera sacado duchándose y poniéndose el camisón con cualquier excusa. Aquí no, aquí las chicas van vestidas para la danza, en elegante ropa de calle o en victorianos camisones cuando las van a abrir en canal. Suspiria es una de las pelis más descabelladas que he visto nunca, y probablemente no vuelva a sentir algo así, dado que, aunque parezca increíble, es el primer film de Argento que veo, y todavía ando tan alucinado que no sé si me ha gustado o no, pero ya los siguientes no serán lo mismo.
Yo hubiera jurado que está rodada toda en plató, pero parece ser que no, que alguien dejó un palacio para que le pusieran papeles pintados de lo más extraño. Rodada a ratos con majestuosos travellings y a ratos con torpes articulaciones del plano contraplano, como si cada mañana el prespuesto del día fuera diferente y aleatorio, anoto el rasgo de estilo más curioso: en los momentos de tensión, una vez que ésta ha subido al máximo, de repente el film se detiene y el instante que precede al degollamiento (o lo qe le toque a la víctima) se dilata, creando una especie de burbuja de eternidad en la que la suerte ya está echada pero ésta no ha alcanzado a la vícima todavía.

Cockfighter podría pasar por una versión suecada de The lusty men en lo que lo suecado no fuera la peli si no el deporte, porque es difícil encontrar algo más soso y con fulleros más cutres que el mundo de las peleas de gallos, simpre según Hellman, que le echa un humor opaco a la historia de un "entrenador" de gallos que aspira a ganar la Bota de oro del mundillo, y hace la promesa de no hablar hasta que lo consiga. Más que una historia de perdedores es una de panolis (como será el asunto que el antagonista del prota, un estupendo Warren Oates, es Harry Dean Staton, el actor con más cara de pánfilo de la historia).
La clave del film es que está contado desde dentro de ese mundillo, como si los personajes y los combates tuvieran una aura mítica y asistiéramos a ordalías medievales, sin que al mismo tiempo a la cámara se le escape la cochambre pueblerina de todo el ambiente, rodado con un estilo documental muy de la época (y de Nétor Almendros, el director de fotografía).

2 comentarios:

Daniel Quinn dijo...

Pues yo sentí exactamente lo mismo cuando vi Suspiria hace algunos años, y eso que fue en casa, en pantalla pequeña. No me imagino lo que puede ser en un cine... Ninguna película me ha hecho pasarlo tan mal, y por eso también me pasó lo que a ti, no sabía si me había gustado o no. Ahora que está más lejana supongo que sí, pero por aquel entonces me dije que no volvería a ver nada de Argento, jeje. Y este mes quería ver unas cuantas suyas del ciclo de la filmoteca, pero por unas cosas u otras no he podido pasarme todavía por allí. Lo que es seguro es que mañana iré a la Filmoteca a ver Love exposure, con sus 4 horitas de duración, a ver si la fama de peli de absoluto culto que tiene es merecida. Y la semana que viene intentaré pasarme por Tenebre, Rojo oscuro y Phenomena, si las cenas navideñas y ese tipo de engorros de estas fechas lo permiten.

Un saludo!

abbascontadas dijo...

Yo me estoy pensando lo de Love exposure (pero es en La casa encendida, y el pase lo han adelantado a las 18:00), pero cuatro horas en esa sala tan incómoda me echan un poco para atrás.
Creo que repetiré algún Argento, recuerdo que Rojo oscuro nos la contó un profesor que vino a nuestra clase de suplencia en 4º o 5º de EGB, junto con una fórmula doméstica para invocar al diablo, aquello sí que era una política educativa en condiciones..,
La copia de Suspiria estaba impecable, aunque era una versión italiana que chirriaba un pelín.

Un saludo