domingo, 13 de enero de 2013

Crisis




Como si fuera un escritor de verdad y de los de ahora, también a Abbas le ha acometido eso tan molón que es una crisis de cratividad, si bien poco rédito le puede sacar a eso. Para salir de ella, se ha propuesto iniciar una serie de microentradas, por ver si con el manoseo de las teclas regresa la inspiración. La microentrada se caracteriza porque la idea nuclear se plasma a vuelapluma, sin ánimo de desarrollarla ni argumentarla. Se me podrá argüir que eso es echarle morro, y que así escriben casi todos nuestro articulistas. Pues sí.

La primera gira en torno a una escena del relato del cautivo, que ocupa los capítulos 39, 40 y 41 en la primera parte del Quijote, relato peregrino y raro y lleno de accidentes que maravillan y suspenden a quien los lee, y que viene a ser un primer borrador del Persiles (y Sigismunda). La escena que cito es aquella en que los cautivos liberados abandonan la costa infiel acompañados de Zoraida la hermosísima y riquísima mora convertida subrepticiamente al cristianismo. Para darle dramatismo al periplo, Cervantes hace que el padre asista a la traición su hija, y cuando contempla aterrado como abandona país, linaje y religión la maldice desde la orilla, mientras los lectores nos alejamos con los rescatados cristianos, que aún habrán de pasar sus aventurillas antes de llegar a puerto salvo. Sorprendentemente, Cervantes se pone, siquiera en un instante, del lado de ese padre abandonado; una escena que reaparecerá siglos después de la mano de Conrad en La locura de Almayer; no es hipótesis baladí conjeturar que el germen de esa novela está en el episodio cervantino.

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