domingo, 9 de junio de 2013

Campanas y sexo



Hay en Dogville tantas inversiones especulares respecto a El hombre tranquilo que la cosa no puede ser casual. En ambas películas un extraño llega a una comunidad rural, pero mientras que en el film de Ford es un hombre que regresa a su pueblo natal arrastrado por la voz materna, en el de Von Triers es una mujer la que aterriza en un poblacho desconocido huyendo del castigo del padre. Si en Innisfree hay dos sacerdotes (uno católico y otro anglicano), en Dogville andan a la espera de que alguna autoridad eclesiástica venga a hacerse cargo de una iglesia todavía por construir, por no hablar de los abundantes figuras patriarcales que pueblan el universo fordiano y que en el danés se convierten en piltrafa. En cualquier caso la experiencia de los dos forasteros viene a ser la misma, la del encuentro con el sexo, si bien la trayectoria será (también) diametralmente opuesta. Sean Thorton participa de la tarea del héroe clásico: deberá vencer al dragón (en este caso, el hermano de Mary Kate Danaher) para demostrar que está capacitado para afrontar lo Real del cuerpo femenino. Grace tiene bastante más mala suerte, porque su pretendiente resulta ser un aspirante a escritor, y ya se sabe que las figuras de escritores y cineastas en el cine contemporáneo corresponden a cantamañanas absolutos que suelen dejar a las mujeres al borde de la locura o inmersas en la psicosis más arrasadora. Aquí Tom Edison no sólo es incapaz de escribir una frase articulada sino que no puede evitar que todo el pueblo utilice a Grace como esclava sexual (incluido su padre).



En este contexto aparecen las campanas en ambos filmes. Como es sabido, las campanas servían para marcar en las comunidades tradicionales lo que podríamos llamar el tiempo sagrado. En El hombre tranquilo se oyen en el momento en que comienza el noviazgo "oficial" de Sean y Mary Kate a la vista de todo el pueblo, se diría que tocadas por el mismo texto, ya que toda la población parece estar concentrada en la puerta de la casa de la novia. En Dogville asistimos a una brutal (y sin embargo irrisoria) inversión de esta función: allí los niños tocan la campana cuando algún hombre se acerca a la cabaña de Grace para violarla. Sin ningún rito mediador, la campana anuncia directamente a la comunidad el encuentro sexual, devenido siniestro estupro. Excluida del goce fálico mediado simbólicamente, a Grace le queda la típica salida de las heroínas contemporáneas: pasar el rato dividida entre su papel de víctima humillada y el de diosa aniquiladora.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

qué ganas me han entrado de volver a verla..

abbascontadas dijo...

En Filmin está ya la copia remasterizada, con una nitidez deslumbrante (aunque en los planos en los que hay muchos matices en las tonalidades, como es el caso de las arboledas bajo el sol, se aprecia la superioridad del celuloide para captar los colores; minucias, encualquier caso), y el Blu-ray está al caer, así que no hay excusas.

cristi dijo...

Me encaaaaaaanta esa peli!!! Mi padre, un cinefilo de los que dicen jon vaine, nos ha dejado disfrutar de joyas como estas desde bien pequeñas. La copia remasterizada esta mortal!!