jueves, 26 de noviembre de 2009
Leyendo a Amat
martes, 24 de noviembre de 2009
300 años de sueños felices
En Hitchcock, por ejemplo, el acceso al cuerpo femenino es mucho más complicado, desde luego, para no hablar de la relación con la madre. Es significativo que en sus películas los personajes masculinos no suelan tener compañeros, amigos, figuras paternas o, simplemente, mayordomos (esa figura clave del cine clásico). En cualquier caso en ambos cineastas las mujeres son las reinas absolutas de los espacios interiores, si bien un abismo separa a las siniestras mansiones hitchcockianas de los acogedores (aunque habitualmente frágiles y precarios) hogares fordianos, allí donde Mary Kate sueña con colocar toda la memoria histórica (femenina) de su linaje, esos muebles que representan "300 años de sueños felices".
lunes, 23 de noviembre de 2009
Lo infame y lo sublime
Lo sublime y lo mostrenco
Total, que el sábado me hice con Monstruos modernos, otro volumen del dúo en el que recogen las colaboraciones que durante meses escribieron/dibujaron para el On Madrid, el suplemento con la letra más chica del panorama periodístico español, y gracias al cual he descubierto que Costa comparte mi fobia a los expertos en enología.
Monstruos modernos me lo leí casi entero mientras hacía tiempo a que empezase la proyección de Los amantes crucificados, una de las películas más conocidas de la década prodigiosa de Mizoguchi, la de los 50 (a la espera de que se vayan redescubriendo las otras, por ahora pasto de iniciados, que cuentan que también están plagadas de obras maestras). A la salida entablé una animada controversia con mi mujer, que veía en la película la desesperación de una mujer que descubre que todo el mundo que le rodea, sin excepción, está habitado por la mentira, mientras que yo defendía que es la historia de una mujer que no renuncia a su deseo, lo que lleva a la destrucción de todos los lazos sociales, si bien habría que decir que cada uno se fijó en partes diferentes de la peli.
Creo que a Mizoguchi se le va la mano a la hora de pintar tan negativamente al marido: tacaño, irascible, infiel, acosador, egoísta, cobarde...Un punto de compasión renoiriana le habría venido bien al presentarlo como alguien que también está encadenado a un tejido axfisiante de convenciones sociales. Por lo demás, el film es otra pasmosa prueba de las alturas por donde se movía el director japonés, alguien que parecía tocado por la gracia divina para desarrollar el precepto baudeleriano de ser sublime sin interrupción.
sábado, 21 de noviembre de 2009
Rumores sin fundamento
viernes, 20 de noviembre de 2009
La ruta del tabaco
Desconozco si la novela de Erskine Caldwell tiene el mismo tono, aunque según los títulos de crédito el film adapta la versión teatral de Jack Kirkland, que aparece también como productor, por lo que el film no estará muy lejos de las intenciones de la obra de teatro. El guión es de Nunnally Johnson, que también escribió Las uvas de la ira, que forma con La ruta del tabaco un díptico similar a lo que debían de ser las tragedias griegas con la obligatoria comedia que las acompañaba. Ford se lo debió de pasar bastante bien en un rodaje que, a priori, parece sencillo, con una soberbia fotografía en blanco y negro (predominantemente de exteriores) que llama la atención hasta en mi deficiente televisior.
martes, 17 de noviembre de 2009
Una de James Bond con el tío Robert
Allí destacan los rostros "cansados" de Lancelot y Arturo, frente al angelical de Gawain y el de absoluto felón de Mordred. Lancelot du lac es un film bastante opresivo y pesimista, la historia de una sociedad en su últimos momentos, a punto de derrumbarse por la quiebra que provoca en su seno el deseo de la única mujer que la habita, Ginebra, el punto del relato que focaliza todas las miradas. Aunque siempre hablamos del estilo y la puesta en escena, Bresson era un gran guionista, la estructura de sus películas está muy cuidada y sus diálogos son magníficos y se mueven en todos los registros, desde lo más banal a lo más significativo.
La admiración que suscita Bresson entre sus colegas hace que sea uno de los directores más influyentes de la historia del cine; es posible rastrear sus huellas en productos de tercera categoría de gente que no conoce su obra, como en el relato de Borges se podría ascender por la cadena de influencias hasta dar con la sublime fuente. En cualquier caso Bresson estaba libre del tic de lo bressoniano, y sus secuencias muestran una libertad mayor de lo que uno suele suponer: desde luego no todo ocurre fuera de campo o metonímicamente (en el mismo principio de Lancelot vemos en un plano americano como un caballero le arranca la cabeza a otro de un certero mandoble, lo último que uno podría esperar en una de sus pelis). La verdad es que el director con quien más similitudes le encuentro es Hitchcock, opinión esta supongo que delirante, pero en la que me reafirmo cuando veo las películas de ambos.
Como plato único Bresson me parece peligroso, que es lo que me está pasando a mí, no aguanto ninguna otra cosa, que todo me parece retórico y ampuloso.
Artemisia Gentileschi
No sé por qué, tras leer la entrada de Enrique acerca de nuestra visita a la expo de Cristina Lucas, me acordé de esta pintora italiana de vida y obra fascinante.
Las dos pinturas e referencia, Judith decapitando a Holofernes (1614-20, Galería de los Uffizzi, Florencia), y Susana y los viejos (1610, Museo Stiftung Pommern, Kiel) poseen la violenta esencia que caracterizó al Barroco e interpretan, con una mirada no convencional, temas religiosos que otros artistas representan como anécdotas edulcoradas.
http://es.wikipedia.org/wiki/Artemisia_Gentileschi
Eros y Tánatos
jueves, 12 de noviembre de 2009
Cristina Lucas y el elogio del patriarca
miércoles, 11 de noviembre de 2009
Derivas
Desgraciadamente no he visto el film de Rivette sobra Juana de Arco, ayer me pasé por el Instituto Francés a ver si lo tenían en dvd y no estaba, en su lugar me cogí el libro de Péguy Los misterios de la caridad de Juana de Arco. Péguy es un escritor poco leído en España, creo yo, sin embargo es una presencia constante en el cine del Godard de los últimos años (así como Simone Weil), un escritor obsesionado por la justicia, que dedicó mucha energía a defender a Dreyfuss, incluso cuando esté lo abandonó, de tan radical que era su postura. La figura del héroe injustamente condenado jalona la historia de Occidente, están sus héroes fundacionales, Sócrates y Jesucristo, dos maestros de la oralidad que no se tomaron la molestia de escribir nada, pero cuyo recuerdo, recogido por reverenciales discípulos, planea sobre nuestra cultura, ambos obsesionados por la justicia y muy insolentes también con los tribunales que les juzgaron, también los dos, como Santa Juana, acompañados de una voz divina que les merecía más respeto que la turbamulta que los condenó.
No es de extrañar la fascinación que esta doncella fálica ejerce sobre el imaginario de Occidente, una mezcla de San Jorge y de Antígona, la verdad es que viendo la película uno entiende que la Iglesia y el poder secular se deshicieran de ella para elevarla a los altares años después, nada más incendiario que el verbo de una doncella capaz de arrastrar masas por encima de todos los poderes de este mundo.
lunes, 9 de noviembre de 2009
Elmer Gantry
La hoja informativa que facilita la Filmoteca nos informa de que esta película de Richard Brooks es "una visión del sueño americano despiadada y mordaz", "una virulenta crítica al fundamentalismo religioso" y "la radiografía más cáustica jamás vista en una pantalla del fundamentalista religioso y del preacher bribón", para acabar definiéndola como "el film más desencantado, nihilista de Brooks".
Y lo mismo cabría decir del protagonista, Elmer Gantry, un viajantre embaucador y tramposillo que a la vez es bastanta ingenuo (o irresponsable), el típico sinvergüenza que cae simpático, a lo que ayuda, sin duda, la elección como intérprete de un volcánico Burt Lancaster, un actor que parece incapaz de transmitir un sustrato obsceno. El caso es que si Elmer se une a la pandilla de sinceros evangelistas se debe a la muy loable y comprensible intención de ligarse a una luminosa Jean Simmons, la Falconer carismática que se mueve como pez en el agua en territorio rural pero que se muestra aterrada cuando tiene que enfrentarse al babilónico público urbano, donde se precipita la tragedia final, que no voy a desvelar, claro (un ejemplo de gran guión, en cualquier caso).
La trayectoria de Elmer Gantry resulta similar a la del general de La Rovere, alguien que acaba descubriendo que la máscara que adopta es más "verdadera" que cualquier discurso "interior" que se cuente a sí mismo, lo que le permite acometer, finalmente, un improbable y verdadero gesto heroico y alcanzar la estatura de un héroe cristiano con su particular calvario (Brooks se toma la molestia de mostrar un plano detalle de un látigo para que la referencia quede clara).
domingo, 8 de noviembre de 2009
Las singularidades de Oliveira
Hay una figura paterna (un tío) que se opone a los planes del joven héroe, lo que le obliga a hacerse a la mar para buscar fortuna, tendrá que enfrentarse al engaño de un amigo, pero su buen corazón y hacer le permitirá superar obstáculos y llevar a buen puerto sus designios.
Hasta ese momento la rapariga loira ha sido sobre todo una imgen fascinante, entrevista tras un abanico y dedibujada tras una cortina (la viva imagen del fantasma), pero es cuando la relación está a punto de consumarse (en el momento paradigmático de elegir el anillo que selle su compromiso) cuando emerge lo que de real y deseante hay en la mujer, la singularidad del título que no voy a desvelar, aunque tampoco hay demasiado suspense a propósito de ello (desde el principio se nos cuenta que es una historia desdichada). Con el típico humor oliveriano, que tanto nos mola a sus admiradores y tan incomprensible resulta a sus detractores (ellos se lo pierden), la peli se acaba en el momento en que el protagonista descubre la mancha en su objeto adorado y lo rechaza, de vuelta a la narración la cámara ha abandonado el tren, al que observa alejarse desde un puente, con la idea implícita de que la narración probablemente continuará, pero ya sin nosotros de espectadores.
viernes, 6 de noviembre de 2009
Touch of evil
El caso es que Vargas sale corriendo abandonando a Janet leigh para zambullirse en un paisaje apocalíptico de llamas y chatarra retorcida. Es en ese momento cuando hace su aparición Quinlan/Welles, el desmesurado y obsceno policía del otro lado de la frontera que se postula desde el principio como más allá de la ley, una especie de sol negro a cuyo alrededor gira una cohorte de admiradores, a la que se suma el propio Vargas, que si bien se enfrenta a él no duda en abandonar a su mujer cada vez que Quinlan le requiere, que suele ser siempre que Susie le reclama. Así, camino de la famosa secuencia del motel, donde ella espera por fin comenzar o consumar su vida conyugal, un coche se cruza con ellos exigiendo a Vargas que se vaya con su doble norteamericano.
jueves, 5 de noviembre de 2009
Apología de Sócrates I, o el arte de buscarse enemigos
miércoles, 4 de noviembre de 2009
Los profesionales
Contaba Roberto Cueto en la presentación del libro que sobre Richard Brooks han publicado la Filmoteca Española y el Festival de Cine de San Sebastián que Los profesionales era un film de poderosa carga política, aunque el común de los mortales (la plebe, vamos) podía disfrutarla simplemente como un estupendo film de aventuras. La verdad es que sólo alguien como un crítico de cine o, ya puestos, un historiador de las ideas es capaz de tomarse en serio esta peli como un discurso político que vaya más allá del tebeo, si bien alguna paginilla se puede rellenar acerca del cambio de punto de vista que acerca de la revolución mexicana reflejó el cine americano en los sesenta. Cualquier espectador con dos dedos de frente se lo pasará pipa con esta revisitación del protorrelato por antonomasia, la princesa raptada por el dragón (o el ogro) y su rescate a manos del aguerrido héroe, bien rodeado de una fiel cuadrilla. Esto se cruza con una variación manierista del Tristán e Isolda (manierista porque a la postre el rey, en este caso hacendado acaudalado, acaba siendo el personaje más obsceno de la trama, o más bien lo es desde el principio, como se lo huelen los protagonistas y el espectador nada más verlo), y ya tenemos una agradecidamente compleja trama que suma géneros a cada tramo, y que asume con naturalidad las tensiones del cine de la época entre el agonizante clasiscismo y lo que se suele llamar las nuevas escrituras. Los profesionales prefigura Grupo Salvaje, sin que esto signifique subordinación alguna en cuanto a calidad.
Lee Marvin y Burt Lancaster se comen la pantalla y derrochan carisma en el papel de eficaces mercenarios y desencantados revolucionarios que no pueden evitar a última hora un postrer gesto ético. Brooks se toma mucho interés en mostrar que son verdaderamente competentes, y a cada rato nos los enseña (a ellos y a sus compañeros de fatigas) limpiando meticulosamente las armas u ordenando los avíos o almacenando comida o montando un campamento.
El papel femenino estrella, la princesa del cuento, le cae a la algo insulsa Claudia Cardinale, que sale de esta guisa, perennemente escotada y marcando pecho, y bastante sudada siempre, que eso tiene el desierto. Su partenaire es un Jack Palance que tampoco desmerece en sosería, lo que es una pena porque se hubiera necesitado alguien con más chicha para llenar su papel, el de un mítico revolucionario aparentemente reconvertido en delincuente y al que los profesionales admiran abiertamente (y con el que combatieron en los días románticos de la revolución).
Otro de los valores del film es su fisicidad, como transmite la tortura implacable del sol del desierto, de los bruscos cambios de temperatura, la incomodidad de los campamentos al aire libre, lo agotador de las marchas. Brooks se trabaja también la ambientación, creando un mundo a la vez nuevo (los ferrocarriles hollando tierras vírgenes) y desgastado, como ese campamento tan precario que parece el grado cero de una comunidad, o esos héroes que parecen huérfanos de una causa, y andan empantanados en el cinismo para ocultar su melancolía.
martes, 3 de noviembre de 2009
Platon on line
lunes, 2 de noviembre de 2009
Aforismo(s)
(Chesterton, Ortodoxia)