lunes, 19 de abril de 2010

Barbarroja (y la muerte)






En la última secuencia de Barbarroja aparece, de repente, Chisu Ryu, encarnando al padre del protagonista, padre del que se ha hablado a menudo pero que no había aparecido hasta ese momento. Ozu había muerto poco antes de la realización de la película, y resulta un homenaje bastante hermoso (yo pensaba que Chisu Ryu prácticamente sólo había intervenido en los films de Ozu, pero veo en el IMDB que tiene a su espalda casi 200 títulos, el último con 88 años, uno antes de su muerte en el 93).




Según leo, Barbarroja fue un fracaso que a Kurosawa le costó superar. Relato clásico (entedendiendo aquí clasicismo como categoría teórica "fuerte") filiación simbólica, narra la llegada de Yasumoto, un médico recién salido de la Universidad con importantes aspiraciones sociales, a una clínica para pobres regentada por la abrumadora figura de Barbarroja (un imponente Toshiro Mifune, que es a Kurosawa lo que John Wayne a Ford), presentado primero como un tirano y que emergerá a lo largo de la película como descarnado padre simbólico.




Barbarroja enfrentará al recién llegado Yasumoto con las más aceradas aristas de lo real (la muerte, el sexo); como en cualquier relato clásico de iniciación, el joven fracasará en sus primeras confrontaciones (algo necesario para renunciar al narcisismo adolescente del que hace gala) para poder aceptar la guía de su tutor.




En una de las primeras secuencias, Barbarroja le pide a Yasumoto que asista a la agonía de un moribundo, porque "la muerte de un hombre es el momento más solemne de su vida". Yasumoto es incapaz de superar la prueba, y escapa de la habitación en cuanto es requerido para otra tarea (significativamente, ayudar en la operación quirúrgica que se le hace a una niña casi adolescente, y que Kurosawa filma casi como una violación, y ante la que el joven doctor se desmaya). Posteriormente, en una conversación que Barbarroja mantiene con la hija del difunto, Yasumoto asiste asombrado a la mentira que el dueño de la clínica cuenta, que el fallecido "murió en paz". En ese momento irrumpe en la película una imagen de los últimos estertores de la agonía, una imagen que no está sostenida por ningún recuerdo ni articula punto de vista alguno, que no "pertenece" a nadie. Esa irrupción intempestiva de la muerte desgarrando el tejido narrativo de la película es uno de los ejemplos más memorables de la explosión de lo sublime en la historia del cine, y de hecho su recuerdo fue lo que me acercó a la Filmo a ver la película, pues tenía su recuerdo relativamente fresco.

3 comentarios:

Qualunque dijo...

Perdón por el cambio de tema pero, viendo que curráis en 'el Ente' como lo llama una amiga mía colega vuestra en Prado del Rey, ¿Sabéis vosotros si piensan pasar el canal Cultural.es a la TDT? Hace meses juraría haber leído en su web que lo pondrían en abril...

Susana dijo...

Las decisiones del Ente son inescrutables

abbascontadas dijo...

Pero son inescrutables hasta para el propio Ente. O sea, que no es que haya alguien con un conocimiento esotérico sobre el futuro del canal, es que, al parecer, no saben qué hacer con él, ahora que es manifiesto que no hay presupuesto para mantener dos canales relativamente similares (la 2 y el canal cultura).