Grabando en la Catedral de Orihuela, la guía, señalando un hueco en la pared de la sala que tienen como museo, nos cntó que era ocupada por un Velázquez prestado al Prado para la exposición Las fábulas de Velázquez, pero que el 28 de febero estaría de vuelta. También nos narró fascinada el complejo sistema de traslado del cuadro, envuelto en papel especial, metido en una caja fabricada ex profeso para el traslado, a su vez "incrustada" en otra caja también hecha a medida.
El caso es que este comentario lánzó mi deseo de ver la expo y así echarle un vistazo a las nuevas dependencias del museo. Como me volví el sábado de la población alicantina, el domingo me fui pronto, y no tuve que hacer demasiada cola. Resultó que era el último día, lo que aumentó mi alegría por haber ido.
La verdad es que me pareció una exposición estupenda, inteligente, bien montada, de unas proporciones adecuadas, didáctica y con las explicaciones necesarias para apreciar lo que te querían mostrar. Se recorría la obra mitológica y religiosa de Velázquez, y se rodeaba de obras de coetáneos de temática parecida, y de maestros y obras que influyeron en su pintura.
La conclusión a la que uno llega es que Velázquez sólo podía haber vivido en el XVII, y que era mejor que sus contemporáneos, no ya Poussin o Rubens (la comparación entre los cuadros que ambos pintores dedican A Mercurio y Argos es muy ilustrativa), que parecen de segunda fila a su lado, sino que la comparación entre Venus y la música, de Tiziano, y la Venus del espejo hace que Velázquez quede por encima
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