Para los tres o cuantro lectores del blog que se asoman de vez en cuando, contaré que este surgió el año pasado, a la vuelta del Festival de San Sebastián, y que la idea era compartirlo con Susana y Mercedes, mis colegas en aquella odisea. Los tres hemos repetido este año; y es posible hacerse una idea de lo agotador que ha sido por el hecho de que un grafómano como yo, que escribió entradas sin parar en Cannes, no haya tenido tiempo ni energía para consignar ninguna de las muchas anécdotas que nos han acaecido. Tal vez el momento más interesante fue el baile que un completamente ebrio (Pin y) Pons se marcó con el enemigo (o sea, el inefable equipo de Gomaespuma, una de las sumas de mayor incompetecia que han visto los siglos), y del que hay un vídeo espeluznante (por forma y contenido) que por aclamación popular habrá que subir a youtube, si encontramos al poseedor. Como ya hemos sobrevivido a la vuelta no vamos a entregarnos a la tarea narcisista de enumerar heridas; y los (muchos) momentos de felicidad pertenecen al ámbito de lo personal. Cómo sólo me he visto seis películas las comentaré de tres tiradas en próximas entradas, y a resucitar el blog entre los tres.
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