Calasso dedica unas líneas a dos célebres fotografías de Degas.
En toda la imagen proliferan las molduras y los marcos, como para recordar que el marco no es menos importante que la imagen que encierra, aunque sólo sea porque advierte que estamos entrando en una metarreailidad. A propósito de Degas, Vollard observa: "Otra de sus preocupaciones era que se cambiaran los marcos de sus obras." El odio por el marco señalará, en la pintura, el inicio de la agonía.
El cuerpo desnudo y brillante de la niña esculpida, que parece suspendido en el vacío a a la altura de la mirada de Degas, como un fantasma que acabara de brotar de sus ojos.
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