Esta mañana me he ido al pase de prensa de Route Irish y Paul Laverty se ha sentado a mi lado, lo que ha sido un engorro porque, como soy muy educado, me ha dado palo marcharme del cine. Parece una película subvencionada por el Gobierno británico para explicar que ellos también han asesinado y torturado civiles en Irak, y que tienen contratistas sin escrúpulos capaces de hacer negocios por encima de los cadáveres que haga falta. Que qué es eso de que los americanos se echen solitos la culpa del desbarajuste iraquí. Por supuesto, aparecen mercenarios atormentados por la violencia provocada, y desde la segunda secuencia se sabe quién es el malo. Eso sí, los malos ingleses son un poco más cutres que los norteamericanos, o al menos están tecnológicamente bastante por debajo de ellos. Un rollo, vamos.
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