viernes, 3 de agosto de 2012

El sargento Rutledge



Tengo una especial devoción por las películas que Ford dedicó a la Caballería, a la que no es ajena el hecho de que no sea la parte más prestigiosa del corpus fordiano. Como he contado en más de una ocasión, The horsesoldiers es mi peli favorita del director, una de esas preferencias que se enquistan en el ánimo y es difícil de cambiar. Ford repetiría protagonista en su siguiente película, Sergeant Rutledge (El sargento negro), algo olvidada hasta que Pedro Costa la puso de nuevo en circulación crítica gracias a Juventude em marcha, y eso que tiene una de las imágenes más emblemáticas del héroe fálico en la obra de un director que le dio muchas vueltas a esa figura.

El caso es que Constance Towers, que en The horsesoldiers hacía de pija sureña, se marca algunas de las imágenes más provocadoras del casi irlandés: la heroína con una pistola en la mano (una mujer portando el falo en una peli de Ford!), Woody Strode despelotándose delante de ella, y lo más de lo más, la Towers corriendo solícita entre un grupo de negros presta a servirlos en lo que necesitaran o quisiesen, invirtiendo como quien no quiere la cosa la iconografía mil veces repetida del solícito sirviente negro (incluso en el cine de hoy, cuando no hay mujer que no acarre un pistolón enorme, es difícil ver a blancos sirviendo a negros).

El aparente esquematismo del film esconde una complejidad textual notable, en el que el tema de la aniquilación del lugar del Padre, omnipresente a lo largo de todo su metraje, va asociado al destino del cuerpo de la hija (y por lo tanto de su goce). Así, si Mary Beecher tiene la oportunidad de vivir un futuro con Jeffrey Hunter, y no es aniquilada como le ocurre a su doble adolescente en la narración, es porque Rutledge emerge en el espacio en el que la figura de su padre ha sido destruida, y traza con su sacrifcio un trayecto paera la posterior felicidad de la pareja.

1 comentario:

Sergio Sánchez dijo...

Te ha quedado descolgada de la entrada de la final de los 100 metros. Está Ben Affleck de por medio molestando, jeje...