jueves, 24 de enero de 2013

El cocodrilo del Edén





Tabú es la única película que le ha discutido a Holy motors su casi incontestado reinado durante el 2012; tal vez al film de Gomes le ha perjudicado el haberse estrenado en la Berlinale, un festival de cine menos molón que Cannes, sin duda. Para pasmo de propios y extraños, ambas pelis se han estrenado en España (con el mismo número de copias, además, 15), donde han encontrado una nutrida tropa de admiradores (entre los que me encuentro) y, lo que todavía es más positivo, el rechazo de Boyero.

Tabú tiene una de las estructuras más utilizadas en la historia de la Literatura: un grupo de personas se reúne  a raíz de la muerte de un personaje y una de ellas desvela un acontecimiento del pasado del muerto que arroja una luz nueva sobre su vida. Una de las gracias de la película es el enorme espacio que deja a esa introducción, que ocupa la mitad del metraje. Gomes consigue que esa narración anodina en la que una mujer madura, bondadosa y cristiana (de izquierdas) lidia con una vecina aquejada de demencia senil y ludopatía y con un pretendiente bastante presentable al que mantiene a distancia sin quitárselo de encime (segmento denominado Paraíso perdido, lo que, además de remitir al film de Murnau, parece hacer referencia a las posibilidades del cine actual) acabe nimbada de un aura de misterio.

La parte paradisíaca de la película se sitúa en las colonias africanas, y cuenta las pasión transgresora que viven el narrador y la ludópata fallecida, un adulterio agravado por el hecho de que la mujer está embarazada de su marido, un dato al que los protagonistas dan bastante importancia. Entre el folletín y lo sublime, se diría el mito de Tristán e Isolda contado por Corín Tellado. Hipnóticamente apegada a la voz en off del personaje que recuerda los hechos, Tabú nos ahorra el truco habitual por el que el narrador inicia el relato del pasado y éste deviene en seguida presente: aquí el rigor en mantener la presencia de la narración tiene un resultado deslumbrante, lo que trae aparejado una curiosa contradicción: la película de Gomes es otro ejemplo de como las ruinas del cine sublime del pasado, la imposibilidad de recuperar la grandeza y el status social que una vez tuvo, son los cimientos del mejor cine del presente.

5 comentarios:

Sergio Sánchez dijo...

Muy pertinente la comparación con "Holy motors". Por los blogs, foros etc hay cierta saturación de "Tabu" (y no digamos de Django),como de hecho la hubo con Carax, lo que puede jugar en su contra. Pero sea como sea me parecen el de Gomes un peliculón, serio candidato a reinar como favorito entre los estrenos españoles del 2013.

Igor dijo...

A mí, la segunda parte en especial, me recuerda a la tortilla de patata deconstruida: los elementos del cine sublime del pasado, como bien dices, separados, amalgamados y relacionados de una nueva y sorprendente manera que nos hace volver a repensar el plato clásico.
Para mí es la mejor sin duda del 2012. Una obra maestra, vamos.

abbascontadas dijo...

En Versión española hacemos chistes sobre la obsesión por ser el tuitero más cool de la red y el primero en descubrir la última joya. Así, Diamond flash pasó en una semana de ser la peli del momento a un producto mainstream en boca de todos. Es lo que tienen las redes sociales, que sobreexponen todo.
Una de las cosas que más me gustan de la segunda parte es como irrumpe la Historia en ese mundo de la leyenda intemporal del amor imposible, en forme de luchas de descolonicación.
Lo curioso de estas pelis es que todo el mundo habla de ellas, pero luego no dan un duro en taquilla, no sé si es que se conocen por algún extraño mecanismo de telepatía.

Sergio Sánchez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Sergio Sánchez dijo...

Por telepatía no, extraño tampoco, dejémoslo en que se conocen por un "mecanismo"