Mi hermana vino a Venecia unos días durante el Festival de Cine, pertrechada con una considerable lista de tareas, en alguna de las cuales tuve tiempo de embarcarme, como tomar una bebida en un bar popular entre la juventud veneciana, situado en una plaza que podría ser la de cualquier pueblo, y que fue donde por primera vez vi un coche en aquella isla. El caso es que dimos con el bar y entramos. Mi hermana quería pedir una cosa al parecer muy extendida entre los parroquianos del local, un bebraje de color parecido al bitter, pero del que desconocíamos el nombre. Así que me acerqué a una chica que en ese momento estaba sola en la barra y tenía aspecto cosmopolita (o sea, que era probable que hablase inglés), y entre las manos tenía un vaso con la bebida que anhelábamos, y con la audacia que nos da estar en tierra extranjera le pregunté como se llamaba eso. Así entramos en contacto con una artista multidisciplinar y viajera que se llamaba Alice, y tras recibir un máster en tres minutos de lo que es el Spritsch (o algo así), nos enteramos de la biografía de esta joven, que caso mata de envidia a mi hermana, ya de por sí viajera, porque la habilidad para hacerse con becas, ayudas, masters e invitaciones a exposiciones colectivas de esta chica parecía no tener fin, y así la lista de ciudades donde había pasado los últimos meses era espectacular y casi inacabable.
Y todo esto lo cuento porque nos dejó una postal con su página web, y hoy, al volver de una misa, recogiendo papeles en el despacho, me he tropezado con la citada postal, y me he paseado un rato por la también citada página web, y me ha parecido bien contarlo.
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