viernes, 24 de junio de 2011

Sicilia!


La peculiar política de reposiciones estivales de los Verdi ha hecho que me haya visto casi seguidas dos de las películas más famosas de la historia del cine con sicilianos dentro, El Gatopardo y El Padrino, las dos restauradas por diferentes motivos, aunque algo me dice que la copia que proyectan del film de Visconti no es exactamente la suntuosa restauración que de la mano de Scorsese se presentó en Cannes el año pasado (en cuanto a la proyección digital de El padrino, la tecnología de los Verdi madrileños deja bastante que desear).



Las dos tienen un original literario de éxito detrás, si bien a día de hoy, e imagino que ya para toda la eternidad, la novela de Lampedusa le gana al best-seller de Mario Puzo en prestigio académico por goleada, y prueba de ello es que un snob irredento como yo se ha leído el libro del fundamentalista stendhaliano y nuca ha tenido interés por acercarse a la fuente escrita de la película de Coppola, que por otra parte tiene pinta de ser muy interesante. Otro elemento que tienen en común las dos películas es que sitúan en su centro una figura patriarcal a cuyo alrededor gira toda la trama, cuyo principal hilo conductor es la transmisión al heredero de toda una serie de bienes tangibles (posesiones, dinero) e intangibles (poder, prestigio social) que aquí resumiremos con el habitual y expresivo término de El Nombre del Padre.



También algunas características de ambos herederos son comunes: los dos poseen, inicialmente, una posición periférica en el denso cosmos familiar que se nos muestra: Tancredi (Alain Delon) es sobrino, y no hijo, de Don Fabrizio, mientras que Michel (Al Pacino) es el hijo pequeño de Vito Corleone, apartado de las actividades más siniestras de la familia y destinado a un futuro "blanco" en la política. El protorelato que nutre ambas narraciones es el del hijo pródigo, esa fascinante parábola evangélica que ilustra el paradójico hecho de que es el hijo rebelde y marginal el que está llamado a reproducir el orden patriarcal.


Dejo para otras entradas las notables y significativas divergencias que separan ambas películas, diferencias con las que, prácticamente, se podría contar la historia del cine.

2 comentarios:

Sergio Sánchez dijo...

¿No es muy brillante lo del Verdi?, ¿qué son, blu-rays proyectados?, lo digo porque ya sufrí hace unos años lo de ver dvds proyectados y no me extrañaría que utilizaran ese recurso.

abbascontadas dijo...

No creo que sea un dvd, ya que, al fin y al cabo, la remasterización se ha hecho para editar un blu-ray, así que eso sería lo mínimo. Pueden ser blu-rays o archivos. Tal vez el prpblema sea de la proyección. El caso es que en El Padrino la cosa cantaba un poco, porque la textura de los interiores de Gordon Willis es algo que todo el mundo recuerda.