sábado, 24 de marzo de 2012

El supremo goce de la víctima


Probablemente Hegel se equivocó al diagnosticar las razones por las que la tragedia es imposible en el mundo contemporáneo (aunque ya Hegel, que no conoció los ordenadores ni los móviles, nos parezca de la prehistoria): hoy Edipo y Antígona habrían fundado una asociación de víctimas de los dioses, o del destino, y hubieran perseguido tenazmente a los que hubieran puesto en entredicho su superioridad moral. Tan intenso y excelso debe de ser el goce de la víctima que esa asociación mafiosa conocida por el Real Madrid, aburrida de pasearse por la Liga con tropecientos puntos de ventaja, ha decidido tirar por la borda todo su trabajo y forzar situaciones demenciales para poder aparecer ante su caterva de seguidores como víctimas de extrañas conspiraciones. Como cretinos no le faltan al club ni en el césped ni en las gradas, no le ha sido difícil al siniestro luso que dirige el cotarro orquestar una aparatosa trifulca para poder aparecer como mártir ante la plebe. El que es sin duda uno de los entrenadores más geniales de la historia del fútbol, pues mucho talento hay que tener para conseguir que tu equipo juegue tan mal con los pedazo de jugadores que tiene, ha conseguido que hasta Casillas, que resulta palmario que lo desprecia y detesta, participe en el chanchullo dejando que entre la pelota en su portería cada vez que le tiran una falta. Si bien resulta obvio que el Madrid va a ganar la Liga porque tampoco tensarán la cuerda hasta el final, no hay que olvidar que no es infrecuente que las situaciones adquieran una evolución propia y todo se le puede ir de las manos a Mourinho y sus mariachis.

En cualquier caso, esta entrada lo que quería decir es que ningún periódico (de los que he leído, claro) se ha molestado en reseñar lo que tenía que haber sido la información deportiva de la semana: ¿qué película se supone que estaba viendo en la 2 Guardiola con su familia el pasado miércoles, mientras el Real Madrid hacía el cazurro en tierras levantinas? Pues Azuloscurocasinegro, primera obra de Daniel Sánchez Arévalo.

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