domingo, 4 de marzo de 2012

Seul contre tous


A la espera de poder ver Enter the void en pantalla grande, que a mi alrededor tengo algunos incondicionales de este film, al parecer basado en El libro tibetano de los muertos, me he visto el primer largometraje de Gaspard Noé, Seul contre tous, una mezcla de Zola y, sobre todo, El único de Stirner en el que se nos muestra, a través de la figura de un ex-carnicero, la desaparación de la clase obrera europea y su reconversión en un lumpen proletariado adicto al discurso paranoico de extrema derecha, plasmado en el monólogo interior de corte psicótico del protagonista, hijo de un activista comunista que murió durante la Segunda Guerra Mundial en un campo de concentración, una carencia que se manifiesta en las dificultades que tiene en las relaciones intersubjetivas, percibidas casi siempre como una agresión y vividas como humillación ante la que la única respuesta es la violencia imaginaria. En un momento dado se hace con una pistola con tres balas, como en La diligencia (le primera referencia que me vino a la mente), lo que le provoca delirios de omnipotencia, aunque a esas alturas de la peli el espectador adivina que semejante panoli no es capaz de ir a ninguna parte. Filmada en un scope que a Noé le sirve para mostrar a su personaje en enormes espacios deteriorados (hay un punto gracioso en su obsesión por venir a París y abandonar "las provincias", para acabar feliz y contento en una zona de polígonos abandonados, el París más feo que se ha debido de retratar nunca), el film se va acercando a su punto nuclear, la pulsión incestuosa de su antihéroe, obsesionado con su hija. Si bien el director, con la arrogancia propia de la juventud, considera que la pirotécnica apoteosis incestuosa con la que finaliza el film (da la impresión de que, incapaz de decidirse entre dos finales, metió los dos, uno escondido bajo el ropaje de estallido psicótico) es la pera limonera y va a dejar al espectador patidifuso, aquello no es más que la enésima manifestación de la obligada figura del padre violador (en realidad la otra cara de su impotencia), que ya sabemos que retratar padres fordianos es algo sólo al alcance de Eastwood o Kaurismaki.

No hay comentarios: