martes, 11 de diciembre de 2012

Singularidades de las chicas rubias



Un momento recurrente en la comedia del cine clásico es aquel en el que el protagonista descubre que la mujer ante la que ha caído rendidamente enamorado no es lo que parece, esto es, una imago fascinante e impoluta. La chica puede ser pobre, ladrona, estafadora, cabaretera o amante de un gánster, como en Ball of fire, que es la última que me he visto. Indefectiblemente la imagen del objeto de deseo absoluto se viene abajo cuando éste emerge como cuerpo deseante, y el héroe tiene que hacer frente al hecho evidente de que lo que creía que era una reencarnación del objeto primordial es un cuerpo con evidentes deseos. La aventura de la comedia clásica (también del melodrama, claro) es la del sujeto que es capaz de sobrevivir a ese descubrimiento: tras el shock que supone para Gary Cooper conocer la verdadera naturaleza de Barbara Stanwick es capaz de atravesar el fantasma que había construido (una flor frágil y virginal) y volver al lado de esa mujer real con su demanda de goce.


La historia de la evolución del cine (y, en general, de los textos contemporáneos) es la del progresivo fracaso de los sujetos masculinos para afrontar esa misma demanda. Un ejemplo perfecto es Singularidades de una chica rubia, una película donde Oliveira trunca esta estructura clásica: el film se termina justo cuando el protagonista descubre la cleptomanía de su amada, una joven de la que significativamente se ha enamorado al contemplarla enmarcada por una ventana a través de un visillo, por lo que el proceso imaginario de fascinación queda bastante explicitado. Lo que en la estructura clásica sería el fin del segundo acto, que daría paso a la resolución heroica, aquí se convierte en el abrupto final que marca la imposibilidad del hombre contemporáneo para hacerse cargo del goce femenino. 


2 comentarios:

Sergio Sánchez dijo...

Curiosamente "Recuerdo de una noche" de Leisen, también con Barbara Stanwyck propone una especie de "viaje inverso".

abbascontadas dijo...

Me he sacado un programa deble de Leisen (recuerdo de una noche y Vida íntima de Martha Ivers) para escribir el comentario, pero me he enganchado con la primera temporada de Broadwalk empire y no hago otra cosa en casa.