domingo, 24 de mayo de 2015

Causas justas

Uno de los tópicos más persistentes en Cannes los últimos años es el referido a la poca (o nula) presencia de directoras en la sección a competición. Este año la inauguración corría a cargo de una mujer (Emmanuelle Bercot), y Maiwenn y Valerie Donzelli optan a la Palma de oro, si bien cualquier premio medianamente importante haría que la prensa quemara el Palais: sobre su condición femenina se ha impuesta la de francesa, y toda la crítica internacional se ha puesto de acuerdo en poner a caer de un burro la selección gala un poco a bulto. Yo no he visto ninguna, por lo que no puedo derramar mi sabiduría sobre cuestión tan inane; me he visto en la quincena L'ombre des femmes y Trois souvenirs de jeunesse (Garrel y Desplechin, para entendernos) y las dos me han gustado mucho.

Pero a lo que iba: un espónsor recién llegado al festival, Kering, que entre sus múltiples marcas tiene a Gucci (para que sepamos de qué hablamos), ha montado unas publicitadas jornadas sobre mujer y cine con invitados/as de mucho postín en la terraza más lujosa del más lujoso hotel que hay en la Croissette, el Majestic, una obscenidad que contamina las supuestas bondades de tan loable aspiración (lo poco que han gustado las propuestas femeninas en el certamen no ha animado a que la polémica haya prosperado; finalmente lo que incendió las redes fue la no del todo confirmada noticia de que a las mujeres que iban con zapatos planos no las estaban dejando acceder a la alfombra roja).


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