viernes, 17 de abril de 2009

Furia, de Fritz Lang


Había visto Furia visto en televisión hace muchos años; no la recordaba como algo del otro mundo, pero me acerqué a la Filmo para verla en pantalla grande. Está llena de cosas interesantes, como ciertas tensiones visuales entre la tradición expresionista de la que provenía Lang y el sistema de Hollywood; también se aprecia la experiencia del director en el cine mudo, sobre todo en la manera en que filma a la chica. Pero sigo creyendo que está lejos de ser una obra maestra, cosa que tampoco tiene mayor importancia.
Paso a comentar dos cruces con otros dos textos muy ajenos entre sí, que tengo próximos en el tiempo: en la última secuencia del film, Joe, el protagonista del film, dice al juez que ha juzgado a sus linchadores (pero en realidad prácticamente a cámara, esto es, al espectador) que ha dejado de creer en la justicia, en la bondad, en la democracia, exactamente igual que el personaje que abre El Padrino. También en este caso debido a la imposibilidad que han mostrado los valores de la democracia y el racionalismo para hacer frente a las pulsiones destructivas, en este caso de una masa. La película es del 36, con el director recién aterrizado tras largarse de Alemania con la llegada de Hitler al poder; la lectura política del film es evidente: esa pulsión demoníaca desatada por el fascismo es demasiado fuerte como para que los frágiles valores ilustrados puedan hacer nada contra ella.
La casualidad ha querido que hoy empezase a trabajar en Esta mañana, un programa de televisión que se emite por las mañanas en la Primera. Una de las piezas mostraba la llegada del presunto asesino de Marta del Castillo a unos juzgados. A la entrada de los mismos, una multitud se había congregado con la única intención de gritar "¡Asesino!¡Asesino!" al detenido. En otro momento la escena me habría pasado desapercibida, pero la similitud con Furia me ha dejado helado.

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