lunes, 28 de septiembre de 2009

Les anges exterminateurs


Tenía dos entradas para ver esta película que, al parecer, dio algo que hablar en los mentideros franceses, y no convencí a Mercedes para que se viniera a verla, y más tras el fiasco de Trouble every day, en la que no consiguió entrar de ninguna de las maneras. Con esa vocación filantrópica cinéfila que me adorna me fui a la taquilla para dejar la que me sobraba para algún espectador interesado, y allí justo delante de mí una mujer se retiraba decepcionada porque las localidades estaban agotadas, que eso tiene un festival de cine, que a la gente le entra la fiebre y hasta Garrel cuelga el cartel de completo. Pues muy contenta se puso, pero le pregunté si le podía hacer una foto (para el blog), me contestó con un no rotundo y se marchó escopetada, temiendo tal vez que fuera una versión hispana y fotográfica del protagonista de esta peli, en la que un director de cine se dedica a hacer castings en los que pide a las actrices que le cuenten sus fantasías sexuales.
En la sala me senté al lado de la chica que maneja los rótulos electrónicos (foto del ordenador que manipula), y gracias a ella y a sus resoplidos durante la proyección puedo atestiguar de que Brisseau fracasa a la hora de intentar llevar a la pantalla una representación directa del goce femenino. Tal vez sea una propuesta fallida deliberadamente, dado que lo que vemos es que, finalmente, lo que las actrices ponen en juego tienen más que ver con fantasías masculinas que con lo que una mujer pueda desear realmente.
Otro tema caro a este blog y que aparece en el film es el de la inscripción de la figura del realizador en el cine contemporáneo, que a la postre acaba fallando a sus personajes, a los que deja a la intemperie tras haberles colmado de expectativas. Brisseau introduce una trama fantástica (lo más flojo del film) en el que las ángeles del título vengan la osadía del realizador al transitar por terreno prohibido (el goce femenino), un poco como Tiresias fue castigado con la ceguera por confesar que el goce femenino es muy superior al femenino.
En cualquier caso con este título terminaba el catálogo mínimo de películas que quería ver en el festival, que incluían Yuki & Nina, Hadewijch, Trouble every day y ésta, bien entendido que hay varias que esperaré tranquilamente a que las estrenen, como la de Jarmusch o la de Woody Allen, al parecer muy divertida, y que este octubre el ciclo de Richard Brooks (del que sólo recuerdo haber visto películas en televisión, nunca en una sala de cine) se viene a la filmoteca.

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