La última película que hizo Chabrol es la última película que he visto en la SEMINCI, donde han repartido el primer premio entre la extraordinaria Copie conforme (José María Morales, el distribuidor, me contaba que su estreno en España, recién acaecido, iba fenomenal) y una ópera prima argentina, Sin retorno, que no había llamado la atención de nadie.
Bellamy es un poco desconcertante, Chabrol se dedica a frustrar todas las expectativas que el relato abre: dedicada a Simenon y a Berassens (los dos George), el protagonista es un policía de vacaciones en el pueblo de su mujer, bastante popular, entre otras cosas, por unas memorias recién publicadas, que se siente atraído por un caso bastante disparatado que le cuenta un desconocido. La trama no llega a nada porque no tiene ni pies ni cabeza, pero Bellamy se pasea entre varias implicadas en la historia con las que parece que hay cierto feeling erótico que cada secuencia se dedica a desmontar de diferentes formas. Por otro lado, cada escena del protagonista con su esposa se inicia con una aprosimación sexual que, indefectiblemente, se ve frustrada (a la manera de Buñuel, la gran referencia del film) por la intromisión de algún factor externo, en especial la aparición de un hermano más joven del policía, hermano situado de manera algo paródica en un contexto lumpen. La relación entre hermanos es bastante tensa, pero, en consonancia con el tono del film, se relaja cuando el hermano canalla hace alguna trastada y está a la altura de su reputación.
A mí Bellamy me dejó un poco frío, aunque también es cierto que el clima del film me pilló desprevenido y realmente pensaba que me guiaría por los senderos del polar más o menos clásico, para cuando me reubiqué ya era un poco tarde, esperaré a encontrarme con otra ocasión para revisarla.
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