jueves, 25 de noviembre de 2010

Toro salvaje


La chica que atiende la taquilla en la Filmoteca le dice al potencial espectador que hay delante de mí que el billete de 20 euros con el que pretende sacar la entrada es falso. Sin titubear. Me siento aliviado al poseer un abono. Me siento culpable como espectador asiduo de la filmo al sentirme un probable, aunque involuntario, estafador.

Esta anécdota no tiene nada que ver con la película que veo, Toro salvaje, pero le da un toque de costumbrismo al blog.

Compruebo en el Imdb que:

a)Estuvo nominada a los Oscars junto a otra obra maestra en blanco y negro, El hombre elefante (el Óscar se lo dieron a Robert Redford por Ordinary people).

b) Es la primera película en que Scorsese junta a Robert de Niro y Joe Pesci, que posteriormente repetirán como pareja en Goodfellas y Casino, haciendo prácticamente el mismo papel.

No había vuelto a ver la Toro salvaje desde su estreno. Vista hoy, destaca sobre todo la pulsionalidad desatada de ese dúo, incapaz de articularse en un relato con sentido. Scorsese llevaría al extremo ese estallido de la narración en las otras dos películas de Pesci/de Niro.

El director debía de verse como Jake La Motta, alguien incapaz de integrarse en la estructura social de sus ancestros (esos paternales mafiosos italianos que exigen sumisión a cambio de articular un futuro para sus vástagos). En el mundo de Scorsese esa filiación está ya en avanzado proceso de corrupción: por un lado, la mujer de Jake (hacia la que el protagonista siente unos celos patológicos en el sentido lacaniano-independientemente de que engañe o no al boxeador [cosa que el film se guarda muy mucho de desvelar], este desarrolla una psicopatía paranoica al respecto-) parece mantener unos lazos bastante incestuosos con sus mayores; por otro, cuando finalmente La Motta "accede" a someterse al orden patriarcal, lo que prinero se le exigirá será un acto de traición ética: dejarse vencer en un combate contra un absoluto paquete (da la impresión de que esta exigencia tiene como única misión asegurarse la aceptación de la autoridad del clan mediante la humillación).

Si bien este episodio no está especialmente subrayado en el devenir de la narración, su importancia clave para explicar la quiebra moral que hunde al personaje aparece por vía de cita intertextual: la película cierra su periplo con de Niro ensayando la descripción de la secuencia de La ley del silencio en la que el torturado héroe le echa en cara a su hermano que fue él el que le hundió en la miseria al pedirle que se dejara ganar un combate.

2 comentarios:

´´ dijo...

No he visto Toro Salvaje pero me molesta mucho que cuando yo les doy un billete lo pasen por la máquina de detectar billetes falsos y cuando ellos me den el cambio no hagan lo mismo con los suyos, haber, quien les dice que yo antes de salir de casa no compruebo con una maquina particular mía que mis billetes son verdaderos, ¿he de suponer que los suyos lo son? ¿Por estar en su caja?

abbascontadas dijo...

A mí es un gesto que me pone un poco tenso, como cuando pasas un detector (sobre todo en bibliotecas y bancos y tiendas) y siempre contienes la respiración esperando que suene el pitido acusador.

Alguna vez he pensado que deberíamos llevar una maquinita también para comprobar los billetes que nos devuelven.

Toro salvaje está muy bien.