martes, 22 de febrero de 2011

Meteoro


Supongo que como los Wachowski tienen mi edad ellos también veían Meteoro de niños, serie de dibujos animados que yo veía compulsivamente pero de la que sólo recuerdo que, cuando el prota apretaba un botón, el coche saltaba. Para la puesta al día de la historia del coche justiciero los modestos hermanos, junto con el igualmente humilde Joel Silver, han optado por aunar una estética retro que viene del (imagino) cómic original y un aire a videojuego para las carreras. Particularmente creo que lo primero les sale bien y lo segundo no, más que nada porque uno sigue las correrías de los coches con la misma intensidad emocional con la que ve a sus hijos persiguiéndose por los circuitos virtuales de la videoconsola, o sea, con ninguna: por mucho que todos griten los muchos peligros que los pilotos afrontan en sus demenciales carreras, está claro que en lo que vemos no hay "carne" involucrada, sino píxeles infinitamente renovables.

Si bien se agradece que el punto de partida sea algo menos megalómano y pretencioso que el de Matrix, esa epopeya (pretendidamente) definitiva philipkdickiana que se fue desinflando progresivamente, aquí también se le ve el plumero mesiánico a los iluminados Wachowski, mientras que el retrato de la familia del héroe acaba causando sonrojo. No quita esto para que la primera media hora sea estupenda, ni tampoco para que a partir de ese momento (cuando hay que desarrollar el conflicto) uno no vea la hora de que eso se acabe: como pasa con muchas películas contemporáneas, la aparatosidad acaba devorando el relato, que se convierte en una esquemática percha para colgar imágenes que acaparen la mirada del espectador, sin que se sepa muy bien para qué se necesitan casi dos horas y media para estos menesteres, habiéndose inventado hace tiempo el anuncio y el videoclip.

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