jueves, 22 de octubre de 2009

Sacks/Philibert/Chesterton


Sacks cuenta casos de ciegos de nacimiento que, mediante una operación, recuperan la vista de adultos, y son incapaces de decodificar el infinito flujo de imágenes que les llega, hasta el punto de que suplican que les "devuelvan" la ceguera. En cualquier caso, cuando se mueven en entornos conocidos, como su casa, se sienten más seguros caminando con los ojos cerrados. La anécdota me impresionó mucho, y después he leído en otras fuentes que es cierta.


En la muy divertida El país de los sordos, de Philibert, un joven cuenta una anécdota parecida: sordo de nacimiento, le colocaron un aparato que le permitía escuchar los sonidos, pero no habiendo aprendido a jerarquizarlos, esa avalancha le parecía una pesadilla, por lo que al volver a casa se lo quitaba para poder disfrutar de ese silencio infinito en el que estaba acostumbrado a vivir.
Otro joven cuenta como su familia está compuesta, desde cinco generaciones atrás, por sordos: abuelos sordos y tías sordas se casan con abuelas sordas y con tíos sordos y tienen hijos sordos. En un momento dado, en esa enumeración genealógica surge una excepción, un hijo que oye: "le pauvre est entendant (el término que al parecer hay en francés para designar a las personas que oyen)". Uno se imagina el suplicio de ese niño rodeado de personas que no escuchan los sonidos que él oye.


Esa sorprendente forma de desolación me ha recordado ese cuento de Chesterton en el que una especie de fugitivo llega a un valle aislado donde descubre que todos sus habitantes son ciegos. Convencido de que el sentido de la vista le dará una ventaja definitiva para hacerse el amo del cotarro, acaba descubriendo que su "privilegio" es un hándicap a la hora de moverse en un mundo pensado para las tinieblas.


4 comentarios:

Susana dijo...

Caray! Saramago haría con estas historias el bestseller de la temporada

abbascontadas dijo...

Sacks y Philibert están llenos de historias apasionantes.

Susana dijo...

He visto el doc de Philibert y es realmente interesante. Me gusta especialmente el relato que hace el profesor de lenguaje de signos, también sordo de nacimiento, cuando explica cómo de pequeño iba mucho al cine y después contaba las películas a sus compañeros.

abbascontadas dijo...

El profesor de signos es genial, con esa expresividad de clown que tiene. Estoy convencido de que es el origen de la película.