Boy meets girl fue la primera película que dirigió Leos Carax; no la había visto desde que se estrenó en el Alphaville, el tropezarme con Pola X me ha dado ganas de revisitarme su filmografía, que puede verse tranquilamente en un día (también me he puesto con el Pierre o las ambigüedades de Melville, vamos, que estoy inmerso en el universo Carax).
Boy meets girl reivindica el narcisismo adolescente y hace de la pretenciosidad del principiante bandera estilística. Hay algo desafiante en la manera en que acumula citas y monólogos, y en la voluntad de originalidad. Todo lo que no tenga que ver con el mundo sentimental de los protagonistas que deambulan por la noche parisina aplastados por diversos fracasos sentimentales está radicalmente excluido de la película: ni sociología, ni política, ni historia: la sensibilidad a flor de piel del protagonista, Dennis Lavant, alter ego transparente del director.
Aunque el mimetismo godardiano en la escena de la fiesta, por poner un ejemplo, puede llevar al sonrojo al espectador, la apuesta global sale bien: la película tiene escenas estupendas (como el encuentro del título), algunas las recordaba perfectamente de mi primera visión (Alex escribiendo en una cabina el texto que le va a recitar por teléfono a la chica que acaba de conocer). Para estas vacaciones me queda comprobar si Mauvais sang y, sobre todo, Los amantes del Pont-neuf, su obra magna y megalómana, han envejecido bien.
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