miércoles, 15 de septiembre de 2010

Identidad vasca y lucha de clases


Anoche, de vuelta al hotel, con un helado de cucurucho en la mano comprado en una "Gelatería", que es una heladería en donde los helados no son de fresa, chocolate y vainilla, sino de Arroz con leche, Ferrero Rocher, Nata con nueces y Brownie, se nos acercó un lugareño que se empeñó en explicarnos en una especie de bucle delirante (porque cada vez que terminaba la exposición la reiniciaba exactamente igual una y otra vez) que el diseño de esta verja que adorna el Paseo marítimo de La Concha era exclusivo, se creó para esta ocasión, se patentó y no se ha vuelto a utilizar en ninguna otra parte del mundo. Dado que ni Mercedes ni yo exteriorizamos ningún asomo de entusiasmo por estar en presencia de tamaña exclusiva en los anales del diseño de ferralla, el donostiarra intercalaba en sus entusiastas loas a la verja preguntas acerca de nuestras competencias lingüísticas en castellano; como no se fiaba de nuestras respuestas afirmativas nos preguntó de donde éramos, y cuando la contestamos que de Madrid, nos explicó que entonces teníamos que entender el castellano, porque en Madrid se habla el castellano, información, por otra parte, que nosotros ya teníamos. En cuanto le espistamos un momento y percibimos que se abalanzaba sobre otro incauto pusimos pies en polvorosa camino del hotel, con nuestros gelatos derritiéndose encima de los cucuruchos y pringándonos las manos, como en la infancia.



Como ya he contado en otras ocasiones, en los festivales de cine hay un sistema de castas (o sea, como en todos los sitios) cuya manifestación más evidente es la categoría de la acreditación que te dan (hay, por supuesto, otros elementos, como el hotel en el que te alojan). Mercedes me ha pedido que fotografíe la suya y explique que es la que dan al lumpen proletario del festival, una acreditación de currito. Ya le he explicado que el corte metafísico importante se produce no entre los distintos tipos de acreditaciones, sino entre tenerla y no tenerla. Como en otros órdenes de la existencia, la distancia entre el 0 y el 1 es muy superior a la que existe entre el 1 y el resto de los números naturales. A esto se une el curioso hecho de que es precisamente Mercedes la que acredita a todo el personal, lo que le permitiría obtener cualquier tipo de privilegio que se le antojara. Sin embargo, por una especie de masoquismo ético arraigado en su personalidad, prefiere andar con la de la clase obrera y hacer ostentación de su rango social ínfimo (pero como el hombre es un animal que chapotea en todo tipo de contradicciones, no le importa dormir en el muy apetecible hotel Londres, en plena Concha).

5 comentarios:

´´ dijo...

Veo que proyectan El gran vazquez , de Aibar, Aibar es un gran fan de Oriol Tramvia siempre lo mete en sus películas. No creo que sea una de tus pelis más esperadas.

a mi Aibar me gusta.

abbascontadas dijo...

Pues a priori sí, porque pintaba bastante interesante, pero los que la han visto cuentan que es floja

Qualunque dijo...

Donostia! Joder, qué envidia!!!

Susana dijo...

Si, desde luego, qué envidia...¿he dicho ya que me gustaría estar allí con vosotros? Claro que si las habitaciones del Londres no dan a La Concha ya no tiene tanta gracia...

cristi dijo...

Muy bien, Mercedes, dí que sí, clase trabajadora, que ya sabemos que eso de las clases medias es una falacia.