Una de las funciones terapéuticas de un blog es que uno puede dar rienda suelta a su indignación de manera inocua y pública. Tal vez no sea la más gloriosa ni la más teorizada, pero yo me voy a entregar con fruición a ella (y espero que cada uno aporte sus experiencias en este campo).
Antecedentes: uno de los extraños que venía a Identity había confeccionado algo tan gilipollas como un delantal (o mandil) de cincuenta y tantos kilos, lo que le había permitido aparecer en el guiness. El delantal en cuestión, al igual que su dueño, habitaban en San Sebastián, y había que traerse a ambos, gestión que en el caso del vasco pertenecía a la productora que se forra con el ridículo programa, y que en el caso del mandil gilipollas nos correspondía a nosotros.
Dato objetivo: Con esa infalible intuición que adorna a la tele para contratar a los más ineptos, hubo que ponerse en contacto con chronoexprés, con la que tenemos un contrato para estos portes.
Conflicto: Pues me puse en contacto con chronoexprés el miércoles (25 de junio) a las cuatro pe eme para que se acercasen a recoger el delantal guinéssico. A esas altas horas de la madrugada ya era imposible realizar tamaña proeza, pero se comprometieron a acometer la heroica tarea a la mañana siguiente.
Pues bien, ese jueves (26 de junio), ya avanzada generosamente la tarde, una llamada a la empresa cuyo nombre pasará a los anales de la historia como sinónimo de incompetencia me permitió averiguar que no se habían pasado a hacer la recogida, y que el conductor andaba esperando una autorización para hacerse cargo del paquete, ya que excedía en peso a lo regulado. Manifesté sorpresa a la par que conato de indignación, ya que en los datos que aporté dejé claro tanto lo que pesaba como lo que medía (porque a esas alturas de las rocambolescas aventuras del mandil soplapollas éste reposaba en las oficinas de MRW, empresa también de transporte de mercancías que por el poco trato tenido con ella parece conformada por trabajadores infinitamente más amables y competentes que los que habitan en la puta chronoexprés, en el que el cretinismo y la imbecilidad parecen factores imprescindibles para hacerse un hueco en su plantilla), y ante mis protestas la única explicación que acerté a conseguir fue que, probablemente, mi interlocutora telefónica del día anterior era nueva, sin que se me aportase mayor solución que esperar a ver lo que el responsable de zona tenía a bien decidir. Pues decidió que sí, que como graciosa concesión accedería a satisfacer la extravagante pretensión de trasladar una caja tan pesada. Así que entre el momento de la petición y el de la recogida había transcurrido más de un día, pero dado que el paquete era necesario el viernes (27 de junio) a última hora de la tarde, considereré que incluso una empresa y un personal que había dado tamañas pruebas de inutilidad sería capaz de conseguir que el bulto llegase de San Sebastián a Madrid en menos de 24 horas, que para eso se le paga. Pues ahí demostré un alto grado de ingenuidad, claro que se ve que hay infiltrados perversos en esa basura de empresa, ya que ese mismo viernes, a las nueve y media de la mañana, me llamó alguien (algún cachondo) de chronoexprés para comunicarme que el paquete estaba en Madrid, y aunque por el volumen de trabajo era imposible repartirlo por la mañana, a las cuatro, o como muy tarde a las cinco, estaría en los estudios Buñuel, destino final del delantal. Pues tranquilo y olvidado del asunto, me entregué a otras obligaciones laborales hasta que en un impasse a media tarde me dio por llamar a recepción de Buñuel para respirar tranquilo tras la llegada del monumental mandil. Pues no, nada había aparecido por ahí. Cómo algo de tiempo me quedaba antes de tener que coger una ruta hasta Torrespaña, llamé a chronoexprés paraque me dijesen los breves minutos que a la furgoneta le quedaban para salvar los pocos metros que sin duda a esas alturas la separaban de nuestros estudios. Pues la merluza que me tocó fue incapaz de dar con el servicio a partir del número de recogida que la propia empresa me había dado. Luego me comunicó que el paquete seguía en el almacén, y que la pretensión de que apareciera por ningún sitio del universo esa misma tarde era absurda e imposible de satisfacer de ninguna de las maneras, y cuando, desesperado porque necesitaba esa caja para la grabación de esa tarde, le dije que estaba dispuesto a acercarme yo mismo a la nave almacenadora para acarrear el inmenso bulto hasta su último destino (vamos, que iba a hacer el curro que le correspondía a aellos), me contestó que hiciera lo que quisiera, pero que no me lo iban a dar, porque ya estaba preparado para su entrega, que parecía que el objeto en cuestión había adquirido un status metafísico que le hacía inalcanzable para un simple mortal como yo. Diría que el nombre de esta imbécil integral era Sandra, pero igual la memoria me falla. Me puse a buscar camiones como loco, pero los viernes por la tarde no son el mejor momento para tropezarse con alguien disponible. Una segunda llamada me permitió descubrir que incluso en un terreno que parece preparado para extirpar cualquier conato de inteligencia puede prosperar la competencia profesional, y otra operadora a la que le planteé el mismo problema tuvo el detalle de molestarse en averiguar que, efectivamente, el puto paquete seguía en el CTM descansando de su singladura por la Península, tuvo las narices de darme la explicación de que por la tarde no podían repartir paquetes tan grandes por lo exiguo de los furgones utilizados, y me comunicó que había dado las instrucciones pertinentes para que el dichoso paquete se me facilitase si me acercaba a recogerlo, cosa que tuve que hacer (y he de reconocer que, efectivamente, en el almacén estaban avisados y allí estaba el envío), si bien después de comprobar que una flota de furgones descansaban apaciblemente por la zona, en cualquiera de los cuales hubieran cabido cincuenta cajas como la que me tenía que llevar. Como último agravio, contar que el bulto estaba en un palé, y que éste fue trasladado cinco metros hasta la entrada del recinto, momento en que me tuve que hacer cargo de la inmensa caja de cartón, como si la puerta de chronoexprés fuera la frontera infranqueable y prohibida, más allá de la cual los memos no pudieran sobrevivir, expuestos al aire libre.
(Al final el delantal llegó a tiempo a Buñuel)
4 comentarios:
Chronoexprés, pase a despachar
Dado que Enrique ha levantado la veda, he aquí mi última anécdota con esa empresa que la tele a tenido a bien contratar:
El pasado martes por la mañana llevo una cinta muy urgente con destino a Barcelona. Tiene que estar allí el miércoles. Me despreocupo puesto que dejo en manos de Estafeta (otros que tal bailan) el cometido.
Y hoy me entero de que el viernes ¡¡!! aún no había llegado la cinta, al parecer porque a Chronoexprés se le olvidó recogerla de Estafeta y cuando la han recogido algo nebuloso y malvado en el Chronoexprés catalán ha impedido su entrega. A día de hoy no sé si la cinta está entregada, ni tampoco si los catalanes han desistido. Yo al menos sí lo he hecho, porque no entiendo esta pasotez olímpica. ¿Tan seguro tienen el contrato que da igual los desmanes y torpezas que cometan?
Hoy he llamado a Chronoexprés para que se llevaran el delantal de vuelta (por cierto, tuvimos que extenderlo para poder doblarlo en condiciones, y ha cogido toda la porquería del mundo, concentrada en el muelle de carpintería de Buñuel), y me han vuelto a decir que no cogían bultos tan pesados. He llamado a Mariano en estafeta y me ha comentado que llamaría él al comercial y han acabado aceptando la recogida. El furgón (inmenso, y venía con en paquete más grande que el nuestro) ha llegado puntual y lo ha cargado sin problemas. Espero poder desentenderme ya, pero realmente no me extrañaría una llamada la semana que viene diciendo que había desaparecido por el camino)
Me parece algo muy gracioso que pese a alardear de tanto control linguistico esta gente no tiene luces (podeis llamarlo luminarias o simplemente educacion) como para entender que el reparto a todo el territorio español no es moco de pavo, señores, señoritas, monos y cuebras. el que no cometa un error que tire la primera piedra.
Mufox Corp.
No me vengas con chorradas!!!!No sera moco de pavo...pero yo si en mi trabajo cometo tantos errores o por lo menos tanta dejadez y desidia, duro menos de una semana.
Por lo menos en Chronoexpress parcen mas funcionarios que otra cosa. Su servicio es lamentable. Es tan dificil una llamada para asegurar el reparto??pues parece que si...Mucho tiene que hacer Dios para que esta empresa siga en pie...o eso o alguno se estara metiendo algo al cazo!!!
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