viernes, 27 de junio de 2008

Doctor Zhivago II: Deberes

Como este es un blog serio, vamos a poner deberes a sus lectores a propósito de Doctor Zhivago, aunque antes voy a contar que la referencia a El mundo marcha, de Vidor, se la debo al propio David Lean, que la describía en una entrevista, en la que explicaba didácticamente como había utilizado en su película la poderosa imagen de una persona que avanza en sentido contrario a una muchedumbre, y cuya inercia tiene que vencer.
Aunque todo el mundo parece conocer esta película, conviene refrescar un poco la memoria, porque yo, por ejemplo, no recordaba nada de la introducción, que fue la parte que más me gustó: pues tenemos a un narrador, Yevgref, preboste importante en el régimen soviético, que parece muy interesado por una joven (que al principio comparece como un número anónimo en una fila inacabable de jóvenes trabajadoras que avanzan por un oscuro subterráneo, y que en una significativa y apasionante contradicción acabará la película saliendo a pleno sol acompañada por un joven que la nombra como única al señalarla con su deseo) y especialmente su filiación, tema éste con mucho peso en la película, donde abundan huérfanos y padres muertos o ausentes. Aparte de la función estructural de narrador cuando es necesario (cuando haga falta el film optará por una narración objetiva), Yevgref tendrá su importancia como personaje de la trama, aunque nunca abandonará su carácter secundario. Ésta gira en torno a dos parejas entre las que no circula el deseo, o al menos no circula en los dos sentidos. Una es la formada por Yuri Zhivago, el doctor del título, y su hermana/novia/esposa Tonya; y la otra la componen Lara y el revolucionario Pasha Antipov. Y es muy interesante describir el momento en que el film hace saber al espectador lo que va a ocurrir (o sea, la historia de amor de Zhivago y Lara): el personaje encargado de nombrar la tarea (como vuelvo a repetir que este es un blog serio -o pedante, según sus detractores- lo llamaré el destinador simbólico) es Viktor Komarovsky, que aquí podría ejercer de padre que entrega a su hija en matrimonio a otro hombre renunciando a ella. Viktor es el amante de la madre de Lara, así que tiene cierto ascedente paternal sobre ella. Y es también el amante de Lara, a la que ha seducido en una secuencia de la que hablaré después; y se la entrega a Zhivago no como hija/esposa (o sea, como un objeto valioso), sino como puta (de hecho, se la entrega como regalo de boda, nombrando así la ausencia obvia de deseo de Zhivago por su futura mujer). Komarovsky pertenece a la nutrida estirpe de destinadores obscenos/padres incestuosos de nuestra cultura contemporánea, y como tal parece dotado de cierta omnisciencia (una omnisciencia también obscena, o diabólica, de la que, en cierta manera, está ausente toda articulación sublime de la verdad, lo que se muestra también en el carácter pragmático -o corrupto- de su vinculación política); en todo caso se diría que, como ley del relato, los protagonistas no pueden dejar de cumplir con la tarea encomendada, sólo que su trabajo (heroico) será, precisamente, que el inevitable encuentro no se produzca bajo el indigno dictado del destinador, y que la que comparece como objeto excrementicio (que sí, que ya sé que me repito) alcance el status de sujeto, aunque la película recuerda que la línea que separa ambas categorías es bastante fina, y Lara vivirá bastante atormentada por el recuerdo de su pasado, que no para de lamentar. El diálogo entre Viktor y Zhivago tiene lugar momentos después de que Lara dispare en público contra Viktor (en una fiesta de Navidad, el tipo de detalle que es significativo y que la pereza de espectadores nos suele hacer pasar por alto), tras un encuentro sexual especialmente sórdido en que él, precisamente, la nombra como puta (a estas alturas ya sabemos que, en el fondo, el tal Viktor es bastante más débil de lo que parece). La secuencia también es importante porque es el único momento en que los cinco protagonistas comparten espacio: el disparo funciona como pistoletazo de salida para que la ficción se ponga en movimiento enviando a cada uno a un sitio diferente.
Pero vamos a los deberes prometidos: la escena nuclear en el comienzo de la película tiene lugar en un montaje paralelo en el que asistimos a la primera experiencia sexual de Lara y a la carga de la caballería contra la manifestación pacífica de trabajadores. Hay un contagio entre ambos movimientos: el carácter incestuoso de la iniciación al sexo rima con la brutal actuación de la policía, o sea, de la Ley: en ambos casos una falla en la figura del padre. En el otro lado, la violencia del ataque nos recuerda todo lo pulsional que habita en el sexo, su lado (necesariamente) "criminal". Lean utiliza para la carga de la policía la iconografía del primer cine soviético, especialmente La Madre, de Pudovkin, y también Octubre (se puede cambiar Octubre por el Potemkin), mientras que el referente para las escenas en el gran mundo es claramente Ophuls, del que pongo como visión obligada Carta de una desconocida, y dejo a gusto del lector la opción de elegir entre La ronda, El placer, y Madame d...
Por cierto, que un tercer momento en esta escena nos muestra a Zhivago como espectador de la masacre (y en cierta manera, también del goce femenino, pues ¿no nombraría esa mancha de sangre en la nieve que atrapa su mirada la primera experiencia sexual de Lara?), y se diría que su posición es insuficiente, débil (en otro sentido que Viktor), y, en cierta manera, lo será hasta el final (dado que no puede mantener a Lara a su lado). Dando por válido el comentario de Alejo de que asistimos a la lucha de alguien por mantener su individualidad, casi estamos tentados de decir que las críticas bolcheviques hacia su persona son ciertas (por cierto, que habría que reseñar el acierto sorprendente del film al mostrar lo que podríamos llamar la grandeza despiadada e inhumana del experimento soviético). Y así, el último trabajo es proponer otro texto en que aparezca un personaje en una posición similar a la de Zhivago en esta escena.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy elocuente, pero si tuviera que hablar de referentes en la carga contra la indefensa población civil por parte de, no lo olvidemos, la horda zarista carente de rostro, creo que, por encima de la secuencia de la carga contra la muchedumbre liderada por la madre en la película de Pudovkin (preciosa película, fue la primera muda que tuve la suerte de ver), subyace la archiconocida carga de "El acorazado Potemkin" En cualquier caso, el cine soviético está presente. Por otro lado me gustaría comentar un reciente descubrimiento personal, que por no estar contrastado no se si a estas alturas se trata de un lugar común, pero la idea de que Yuri Zhivago esté contemplando el horror desde lo alto de su confortable y seguro piso burgués, es extremadamente similar a una secuencia que rodaría Steven Spielberg (por otro lado confeso admirador de la obra de Lean) en "La lista de Schindler". Me refiero a la que cuenta cómo Schindler y su mujer (si mal no recuerdo) pasean a caballo por los alrededores de Cracovia y de pronto asisten, desde lo alto de una montaña, el horror de la represión nazy en el barrio judío de Kazimierz. Una secuencia conmovedora y clarificadora en muchos sentidos que por no extenderme no voy a comentar. Uno encuentra especialmente buscado este parecido, sobre todo si ha tenido la posibilidad de visitar Cracovia. No existe ningún monte desde el que se pueda divisar el barrio de Kazimierz en la ciudad, con excepción del que está ocupado por la catedral y el castillo de Wavel, pero en ningún caso con ese grado de proximidad y ángulo de visión que se aprecia en la película.

Anónimo dijo...

Por cierto, lo de Ophuls (del que soy un gran admirador) si que no lo veo por ningún sitio. No me parece suficiente que algunas secuencias estén ambientadas en la alta sociedad... cosa impuesta desde el guión. Ophuls rueda con largos y elegantes planos secuencias que parecen danzar con los personajes a los que retrata danzando o visitando casas de putas, pero eso no es tan característico de Lean.

abbascontadas dijo...

El (contra)ejemplo de Schindler es muy interesante, ya que él sí acaba involucrado en una cruzada contra el horror, mientras que la posición de Zhivago es más bien la de recluirse en un paraíso infantil con sus dos mujeres, por mucho que la historia acabe alcanzándole. Desconocía por completo que la secuencia de Schindler fuera "imposible" geográficamente; lo que vendría a demostrar su congruencia artística. En cuanto a Ophuls, aunque su puesta en escena sea más barroca que la de Lean, diría que el encadenado en la cena de la puesta de largo de Lara mesa-baile-mesa bebe directamente del baile-elipsis de Madame d..., mientras que todo el aire schnitzleriano de la relación Viktor-Lara tiene el aire de venir tamizado por Ophuls, pero bueno, es cuestión de opiniones.