lunes, 17 de mayo de 2010

Decepciones


La princesa de Montpensier tiene una historia bastante interesante y una ambientación tan meticulosa que llega a abrumar, pero estas dos cualidades no suman, más bien restan. La películña gira alrededor de la figura femenina del título, que se mueve en los aledaños de la Corte francesa durante los brutales enfrentamientos entre católicos y hugonotes en la Francia del XVI, y que derivarían en la ominosa matanza de estos últimos. Aquí, la espiral de pasiones que se desencadena alrededor de esta mujer anticipa la vertiginosa violencia mimética que enfrentó a los bandos religiosos, bandos que se consideraban irreconciliables y que a nuestros ojos aparecen como idénticos.
Hay un personaje ajeno a este enfrentamiento especular, interpretado por Lambert Wilson, que ha militado en ambos campos (y por lo tanto es rechazado por los dos) que encarna una figura paterna para la princesa, lo que no le impide caer también en trampa del deseo, lo que en cierta manera le imposibilita para mediar entre todos los contendientes. Este fracaso de la posición patriarcal desemboca, como es fácil imaginar, en un estallido de la pulsión homicida.
Uno de los fallos del film es el casting, la verdad es que la actriz no acaba de llenar ese personaje que tantas pasiones levanta (si bien otra lectura sería que, siendo una joven normal, es su "posición estructural" la que hace que los hombres compitan por su deseo). En cualquier caso, la obsesiva minuciosidad de la reconstrucción de época le quita intensidad emocional a la peli, a la que le vendría bien más desmadre melodramático, que no siempre la contención es una virtud.




El Kitano de Outrage pasea su cara de paleto asesino por esta peli que no oculta (más bien se diría que es su tema central) lo agotado de la fórmula kitaniana. Outrage parece una deconstrucción paródica de aquel universo que hizo famoso a la estrella televisiva nipona la década pasada, y del que el director se ha apartado furiosamente en esa extraña etapa "ochoymediásica" a la que se ha entregado últimamente.
Aquí los famosos códigos de jerarquía, obediencia y ritualismo del universo de los yakuzas son puestos en solfa por todos sus protagonistas, desde el más alto (un super padre que lanza a sus subordinados unos contra otros se diría que por hobbie) hasta el más bajo, Kitano haciendo de jefe de barrio que planea una espiral de violencia para irse haciendo con el poder.
La peli está llena de una violencia bastante brutal que no hace ninguna gracia, y posee un final deliberadamente decepcionante, que frustra las expectativas de los fans del director, que parece obsesionado con minar el territorio que le hizo famoso y que parece no saber como abandonar.

No hay comentarios: