Al final ha venido Oliveira a presentar El extraño caso de Angélica, un muy divertido ejemplo de lo sublime irrisorio, en el que un fotógrafo que trabaja con una cámara antediluviana se enamora de una joven que acaba de fallecer, y la que tiene que fotografiar a altas horas de la madrugada. En la muerta parece encontrar la respuesta a sus anhelos sublimes insatisfechos (se dedica a citar el Fausto de Goethe -creo-), y proyecta todo tipo de apariciones fantasmáticas de su revenant, mientras da la espalda (literalmente) a todas las mujeres de carne y hueso que se cruzan en su camino.
Oliveira trata con mucho cariño y bastante sorna a este romántico anclado en el pasado, que mira bastante asombrado el mndo que le rodea, y que está interpretado por Ricardo Trepa, habitual en los últimos filmes del portugués. Pilar López de Ayala hace de muerta aparecida, pero también salen los oliverianos de toda la vida, Luis Miguel Cintra y Leonor Silveira. Un festín para los adictos a Oliveira (mi caso) y un tostón para el resto.
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