Dentro de la excelente programación ce cine de La Casa Encendida se pasó este finde Tout est pardonné, primera película de Mia Hansen-Love, estrenada en la Quincena de Realizadores de Cannes el año pasado, y proyectada en España por el Festival de Gijón, y que pertenece a un tipo de película francesa, de marcado tinte autobiográfico (parece imposible que nadie haga una peli así si no ha vivido esa situación), cuyos máximos representantes serían Pialat (su filmografía se ha editado en dvd recientemente) y Garrel, cuya influencia en Tout est pardonné es palmaria.
La película sigue durante un período de tiempo indeterminado a un matrimonio en el que el marido, un escritor con problemas de inspiración, acaba atrapado en una adicción in crescendo a las drogas, lo que hace que la pareja se rompa. Tras una elipsis de un montón de años, el film (dividido en tres actos) se cierra cuando la hija de ambos es una adolescente que se reencuentra con el padre desaparecido, lo que le obliga a afrontar su vida de adulta con un bagaje explosivo (en el último plano, la vemos avanzar hacia un bosque un tanto oscuro, pero en un día luminoso). Contra lo que pudiera parecer, la película no tiene nada de melodramático ni escabroso. La droga forma parte del paisaje cotidiano del protagonista, aunque está lejos de concitar ningún tipo de fascinación sórdida (eso queda para algún personaje dentro del film). Como en Garrel, las secuencias son una especie de islotes en la vida de los personajes, y uno se ve obligado a imaginar todo lo que ha ocurrido de por medio, aunque sea atendiendo a pequeños detalles como la progresiva delgadez del escritor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario