Vals con Bashir se estrena a finales de mes, y supongo que a estas alturas todo el mundo sabe de qué va, pero cuando yo me metí a verla no tenía ni idea de lo que iba a ver y salí con los ojos como platos. Ari Folman vino el martes a presentrar la peli a Madrid, y ya a la entrada, antes de que empezase la rueda de prensa, me avisaron de que estaba a la defensiva y pasablemente mosqueado, harto de que le preguntaran por Gaza y las elecciones israelíes.
Comenzó la rueda de prensa diciendo que estaba muy contento porque iba a ser la última después de nueve meses en los que había dado 630 ( o 6.300) entrevistas, y se notaba que estaba entrenado porque parecía que las respuestas se las sabía de carrerilla, como un opositor de los viejos tiempos. La pregunta más espinosa que se le planteó fue acerca de la reacción de la clase política israelí a la película y su opinión sobre la participación de Sharon en las matanzas de Sabra y Chatila; contestó que el film ha sido bastante apoyado por casi todo el espectro político, y obvió lo concerniente a Sharon.
Aunque la película tiene un formato de documental, a base de entrevistas, la estructura narrativa es propia de un relato, el de la búsqueda de la verdad por parte de un caballero andante, un motivo medieval que, en nuestra época, sólo puede tener un resultado: en el centro de esa encuesta necesariamente emerge el horror como la única respuesta posible.
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