martes, 17 de agosto de 2010

The ghost writer


Como suele pasar en estos thrillers políticos, al final uno no acaba de entender para qué tanta complicación para encubrir una información que a nadie importa, cuya mayor parte está en internet. Esa es una de las cosas graciosas de la peli, los datos están disponibles por todos lados, lo que hace (más o menos) peligroso al escritor protagonista es cierta habilidad para juntarlos y una notable curiosidad.
Ewan McGregor es demasiado atractivo para resultar verosímil como escribiente estajanovista, pero es un placer verlo desplazarse por esos espacios helados, la casa moderna extremadamente fría, con esa arquitectura tan geométrica, y esas playas desoladas y permanentemente azotadas por el viento.



Es curioso que el arrogante Polansky filme a un creador como un ser extremadamente vulnerable, un sirviente de poderes superiores que lo utilizan y a los que no les importa nada; uno diría más bien que es el director el que controla completamente su mundo.
El guión no abusa demasiado de los golpes de efecto, aquí ya cuenta uno con que los buenos no lo son tanto y que cuando las pistas apuntan a un culpable habrá sorpresas, y está claro que cuando un par de mujeres se disputan el control de un hombre, este lo lleva crudo. Si acaso sorprende la tristeza que desprende todo el espacio, esas casas y mansiones aisladas, esa luz tan fría, esa ausencia de sol.


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