jueves, 26 de agosto de 2010

The sea wolf: London/Nietzsche vs Curtiz/Rossen


Debo a Sire el descubrimiento de que Curtiz había realizado en el 41 una adaptación de The sea wolf, la estupenda novela de Jack London que cuenta la fascinación que siente un literato en apuros por Wolf Larsen, el desatadamente nietszcheano capitán de barco que lo rescata de un naufragio y lo convierte en un esclavo más en la goleta que maneja con mano de hierro.

Resultan muy curiosos los cambios que el guión (de Robert Rossen) introduce en la historia. De entrada desdobla al personaje de van Weyden, el escritor que entra en el Ghost con pinta de afeminado (en el libro hay unas cuantas alusiones más o menos obscenas en este sentido) para acabar hecho un machote tras el periplo iniciático a las órdenes del "demoníaco" Larsen, en dos personajes diferentes, un escritor un poco capullo (hay una excelente escena previa al naufragio en el que echa a los leones -unos detectives- a la fugitiva que coprotagoniza el film, personaje femenino que en el libro es totalmente diferente, ya que es otra lumbrera del firmamento literario) y un marinero que huye de la justicia y se enrola en el barco para evitar que le encierren, y del que nunca sabremos por qué es perseguido. En cierta manera, estos dos personajes reflejan el punto de partida y el de llegada del protagonista del libro, el hecho de que la película se desdoble narrativamente siguiendo las peripecias de ambos le quita cierta consistencia estructural (The sea wolf debe de ser de las pocas películas de la historia del cine a las que le vendría bien más metraje).

Otro punto apasionante en el film es la necesidad de articular dentro de un esquema de narrativa clásica un material previo que pertenece a otra categoría. El personaje de Larsen, una figura paternal demoníaca, lo que aquí solemos llamar el padre de la horda atendiendo a la categorización que hizo Freud en Totem y tabú, inunda el libro, de la misma manera que lo ha hecho en el cine progresivamente (se podría estudiar la historia del cine atendiendo a la evolución de este personaje, desde Lirios rotos hasta Infiltrados, pasando por Pasión de los fuertes, Tha day of the outlaw, Touch of evil o Blue velvet, por citar pelis que he visto recientemente), de la mano de esa idolatría que el libresco personaje siente por esa pulsión desatada unida a una voluntad desaforada (esa voluntad de poder de raigambre nietzscheana que acompañó a London toda su vida como un fantasma a combatir, pero que siempre le sedujo).

En el film Lobo Larsen es más bien el lado obsceno de la ley, una especie de castigo con el que se encuentra van Weyden por haber justificado la entrega de la frágil fugitiva a la justicia apelando a su adhesión inhumana a la ley. En consecuencia, la posibilidad para que a los protagonistas se les abra un futuro pasa, como es ley en el relato clásico, por el sacrificio del lado pulsional del ego.

No hay comentarios: