Como aportación personal a la riada de comentarios que pululan por la red acerca de las pocas luces intelectuales del crítico de El País (si bien yo difiero en el diagnóstico: no es un escándalo que semejante megalómano sea el crítico oficial del diario de referencia en español, sino que Boyero es el síntoma más visible de lo que El País es) voy a contar como lo conocí:
Fue el día anterior a la inauguración de la Berlinale del 2002, en el autobús que nos llevaba desde el avión hasta la terminal del aeropuerto. Boyero preguntó cuál era la película de la inauguración, y alguien le contestó que era una alemana (Heaven, de Tom Tykwer). El inefable Carlos se puso a vociferar:
- ¡Qué hijos de puta!
- ¡Me cago en la hostia!
- ¡Una alemana!
- ¡Serán hijos de puta!
- ¡Lo hacen para joderme!
- ¡Hay que ser cabrón!
- ¡Poner una película alemana el primer día!
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