Los Diarios de Uriarte me empujan a coger los Ensayos de Montaigne.
No hay que adherirse con tanta fuerza a los propios humores y a las propias inclinaciones. Nuestra principal aptitud es saber aplicarse a usos diferentes. Permanecer atado y sujeto por necesidad a una sola manera de ser, es ser, pero no es vivir. Las almas más hermosas son aquellas que están provistas de mayor variedad y flexibilidad.
(Tres relaciones, Libro III, Capítulo III, Ensayos, Acantilado, traducción J.Bayod Brau)
Me viene a la mente la famosa división que Isaiah Berlin establecía entre zorras y erizos a partir de un verso de Arquíloco (Muchas cosas sabe la zorra, pero el erizo sabe una sola, y grande; verso que todos conocemos gracias a Berlin). Entre los erizos, pensadores para los que la existencia se ordena alrededor de una idea central que organiza y estructura su visión del mundo, Berlin sitúa a Dante, Hegel, Nietzsche, Dostoievski, y Platón. Zorras serían Aristóteles, Shakespeare, Tolstoi, Moliere y, por supuesto, Montaigne (en las ediciones españolas de Berlin deberíamos incluir a Cervantes), autores que chapotean con gusto en el infinita e incoherente diversidad del mundo.
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